Ana se llama la Comadrona que asistió a mi Madre cuando me nació. Años más tarde, estando yo trabajando en l Hospital General, me visitó interesándose por Ramón, un vecino nuestro, de Posada de Llanera, que asistía yo. Amigo y compañero de mi Padre y del que haré una nota en agradecimiento de su amistad con mi Padre y la dedicación que su Memoria tuvo conmigo, con Llanera.
Ana me recordó el parto que me hizo a la vida: "tardabas en nacer y, solas, tú Madre y Yo, decidimos que nacieras ayudado mediante una inyección que, supongo, era Oxytocina. Era cara, me dijo, pero mereció la pena".
Gracias Ana, gracias Madre. Seguro que te llega esta nota de Agradecimiento, al igual que lo hice aquel día mediante el abrazo y el beso.
Aún siento el estallido de vida de tu beso en mi mejilla.
Ayer me acordé de tí, Ana, al pregúntarle a Julián por tú apellido. Él tampoco se acordaba, llamó a su esposa y, ella será quién se va a "enterar". Luego, corregiré esta nota para poner apellido a "Ana, la Comadrona de Posada" que era como la conocíamos todos, mi Pueblo de Llanera.
Una Comadrona solo puede llamarse Ana, la Madre de Todos. Como no voy a ser cristiano sin dejar de ser racional. Una vida poliédrica me han dado, he elegido.
Por si llega el día sin que pueda decírlo. Hoy os lo digo a Todos los que Seréis, habéis sido y Sois, Gracias por permitir compartir mi vida con vuestra Vida. Gracias, por siempre, si ello es posible.
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