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25 dic 2015

Acerca del mensaje emitido por el Jefe del Edtado del Reino de España.

El Jefe del Estado del Reino de España no tiene, como tal, porque tiene que emitir un mensaje a un receptor, explícitamente laico, en el dia de 24 de diciembre. Si lo hace como Jefe del Estado, el único mensaje posible ha de ser de nsturaleza político y, explicitar el motivo por el cual lo emite.

Entiendo que leer el texto que sigue puede ser una ayuda a la reflexión sobre el significado de "política".





Esta conferencia que, de acuerdo con sus deseos, voy a ppronunciar hoy, les va a defreaudar por varios motivos. Tratándose de una exposición sobbre la política como vocación, es seguro que aunque sea de una manera involuntaria, esperararán ustedes una toma de posición sobre los temas del momento presente. Sin embargo, esto es algo que haré sólo al final y de una manera puramente formal, en conexión con determinadas cuestiones relacionadas con la importancia de la actividad política dentro del marco general de la conducta humana. En la conferencia de hoy no se van a tratar las cuestiones relativas a la política que debemos hacer, es decir, al contenido que debemos dsr a nuestro quehacer político. Estas cuestiones nada tienen que ver con el problema general, de qué es y qué significa la política como vocación. Una vez aclarado esto, pasemos pues, a nuestro tema.

¿Qué entendemos por política? El concepto es muy ámplio y abarca cualquier tipo de actividad directiva autónoma.
...
Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad polítics, aplicable en nuestro tiempo al Estado.

¿Pero, qué es, desde un punto de vista sociológico, una entidad política? Tampoco es éste un concepto que pueda ser sociológicamente definido partiendo del contenido de su actividad. Apenas existe una tarea que aquí o allí no haya sido acometida por una entidad política y, por otra parte, tampoco hay ninguna tarea de la que pueda decirse que haya sido siempre competencis exclusiva de esas entidades o asociaciones políticas que joy llamamos Estados, o de las que históricamente han sido precursoras del Estado moderno. Dicho Estado sólo se puede definir sociológicamene por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física. "Todo Estado está fundado en la violencia", dijo Trotsky en Brest-Litowsk. Objetivamente edto es cierto. Si solamentevexistieran configuraciones sociales que ignorasen el medio de la violencia, habría desaparecido el concepto de "Estado" y se habría instaurado lo que, en este sentifo específico, llamaríamos "anarquía". La violencua no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico. Hoy, precisamente, la relación del Estado con la violencia es especialmente íntina. En el pasado las más diversas asociaciones, vomenzanfo por la asociación familiar (Sippe), han utilizado la violencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio ( el "territorio" es un elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo distintibo de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos se les concede el derecho a la violencia física en la medida que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del "derecho" a ka violencia. Entonces política significaría pues, para nosotros, la aspuracion (Streben) a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los disntos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen. Esto se corresponde esencialmente con la acepción habitual del término.
Cuando se fice que es una cuestión política, o que son políticos un ministro o un funcionario, o bien que una decisión ha difo "políticamente" condivionada, lo que se quiere siempre decir es que la respuesta a esa cuestión, o la determinación de la esfera de actividad de aquel guncionario, o las condiciones de esta decisión, dependen directamente de los intereses existentes sobre la distribución, la conservación o la transferencia del poder. Quienbhace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o ehoístas) o al poder "por el poder", para gozsr del sentimiento de prestigio que él confiere.

El Estado, como todas las asociaciones o eentidades políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es consederada como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese monento dominan. ¿Cuanfo y porqué hacen esto? ¿sobre que motivos internos de justificación y sobre qué nexos internis de justificación y sobre qué nexos externos se apoya esta dominación?

En principio (para comenzar) existen tre tipos de justificaciones internas, para fundamentar la legitimidad de una fominación. En primer lugar, la legitimidad del "eterno ayer", de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y porvla coduetidinaria orientación de los hombres gacia su respeto. Es la legitimidad "tradicional", como la que ejercían los patriarcas y los príncipes patrimoniales antiguos. En segunfo término, la autoridad de la gracia (Carisma) personal y extraordinaria la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroismo u otras cualidades de caudillo, que un individuo posee. Es esta autoridad "csrismática" la que detentaron los Profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes pkebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos. Tenemos, pir último, una legitimidad vasada en la "legalidad", en la creencia en la validez de preceptos legales y en la "competencia objetiva fundada dobre normas racionalmente establecidas; una dominación como la que ejercen el moderno "servidor público" y todis aquellos titulares del poder que se asemehan a él. Es evidente que, en la realidad, la obediencia de los súbditos está condicionada por muy ooderosos motivos de temor y de esperanza (temor a la venganza del poderoso o de los poderes mágicos, esperanza de una recompensa terrena o ultraterrena) y, junto con ellos, también por los más diversos intereses. De esto hablaremos inmediatamente.
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