Buscar en este blog

14 ago 2015

Como campesino y no guerrero

Hoy, 14 de agosto de 1385; a las 6 de la tarde, cuando el sol derrama su última luz, cegando y quemando todo aquello que deja tras de si, en el campo de San Jorge, en la vecindad de Aljubarrota, Don Gutierre Bernaldo de Quirós, alférez real de Don Juan I de Castilla, dejaba brotar su última gota de sangre que fluía espesa de sus tucos y boca sobre su peto brillante antes de dejarse arrebatar el pendón al que prometió nunca ceder a la coalición anglo-portuguesa como símbolo de cesión al arrancamiento de una de las vísceras de la naciente nación que luego se proclamará como España.

En su memoria tomo el texto que sigue, ya que mi condición de noble campesino asturiano que de él viene, y como sanador, no me permite hacerlo en la tierra ensangrentada por el desgarro que supuso la separación violenta de las dos hermanas, Castilla y Portugal.


Furor y lágrimas. Sobre el Flocteres de Sófocles
Víctor Manuel Pineda
Univeridad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

1. La guerra como empresa timocrática.

Audaz e insolente, inequívocamente trágica, la guerra despliega la lógica de lo peor y, sin embargo, tiene tras de sí la aureola del honor, el pathos que inmemorialmente ha acompañado a esta forma del lucro. El héroe, el santo y el genio forman parte de una trilogía presentada como formas de humanidad ejemplar de la que, rara vez, se indagan los supuestos
que la consagran y que la teología, el cantar de gesta o las obras de arte suelen encubrir detrás de sus encantos. En particular, el furor guerrero ha dado pie para construir una simbología del poder sin reparar en los abismos ni en los medios de los que dispone la victoria.
...

Los héroes no cuidan viñedos ni olivares; tampoco se ocupan de las ovejas. Desde luego que se ocupan de las vacas de los otros, en un sentido que ya explicaremos. Los que cuidan de olivares, viñedos y ovejas están arraigados a la tierra y se ocupan de rendir cuentas a los propietarios guerreros que están abismados en empresas más redituables. Los campesinos piensan en dilatadas genealogías, en la injusticia de la que a menudo son objeto, en el trabajo como aceptación de un orden cósmico y en las enfermedades que han llegado junto con la pérdida de una edad más amable con la humanidad. La moral del consuelo y la sofisticación del ethos heroico están contenidas o desplegadas frente al mar. Los campesinos de Hesíodo le temen y le confieren un significado tenebroso: la certidumbre está en tierra adentro, el curso aciago de las cosas radica en las aguas salobres. Del otro lado está Homero y la imagen del mar que promete satisfacer la avidez de honor que tienen los héroes. Navegar en busca del vellocino de oro o de una cautiva es solamente el pretexto para hacer que los brazos empuñen los escudos y las armas. El mar precursor ofrece el camino más seguro de la reputación. ¿Hesíodo está presente en Sófocles?. De eso no cabe ninguna duda. Pero así como no pudo prescindir de los supuestos culturales legados por el poeta de los campesinos, tampoco pudo ignorar la presencia del memorial homérico, si bien le dio un giro radical a la forma de representar a uno de sus héroes. De Hesíodo es el tema de la enfermedad, de Homero es el arco y el imperativo de vencer a Troya. Los padecimientos y la guerra forman parte de la economía del universo, una vez que de la edad de oro no ha quedado nada. La "humanidad post Pandora" está llamada a aceptar la enfermedad y la guerra como parte de la vida misma. De una viene el oprobio y, de la otra, la fuente del honor. Fuera del espacio de la polis, poseer un arco como el que Filoctetes ha heredado de Herácles, no tiene significado. De este semidiós ha recibido los dones y también la enfermedad: Sófocles también ha hecho de Herácles un héroe humillado por el dolor. Filoctetes no tiene miradas humanas que le rindan homenajes, las bestias lo miran como cazador o como algo que puede calmar su apetito. ¿Por qué Aquíles no resulta tan atractivo para los trágicos griegos?. Porque sus errores no son humanos; las tragedias que versan sobre personajes que encuentran en una condición de perfección corren el riesgo de convertirse en hagiografías: en la órbita trágica los modelos de humanidad no tienen nada que ver con la perfección inamovible y eterna de los dioses. La humanidad está impulsada por la anómala y a veces escandalosa voluntad de fraude que hay en los caracteres trágicos. La tragedia no está diseñada, en primera instancia, para despertar ideales sino para avivar el terror sagrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario