A la derecha de Juan I de Castilla, portando el pendón real dentro del cendal que colgaba en la silla, iba su leal alférez real Gutierre Bernaldo de Quirós. Mientras Don Juan, febril, insistía en no abandonar la batalla, diose vuelta la silla y calló al suelo. Con rodilla en el suelo, don Gutierre asió contra su cuerpo al delirante rey. Subiole a su caballo y, tras azotarlo, hizo abandonar el ruidoso, caliente y brillante campo de San Jorge al valeroso rey. Viéndose en tierra, sin armas, sin caballo y rodeado por la caballería inglesa, entrando y saliendo como podía de los pozos de lobo, sintió un fuerte golpe en su espalda que le hizo hincar las rodillas. De él tiraron hacia atrás, viendo que entre sus dientes tenía el amarillo cordón real con el que custodiaba el cendal donde atesoraba el pendón, mientras que con manos lo asía contra la arista que su coraza tenía. Una y otra vez las lanzas le golpeaban por la espalda y por el pecho, no consiguiendo hacerle desprender de tan preciado tesoro. Ávidos los ingleses y portugueses por hacerse con el pendón, le amputaron las manos y, mientras por sus tucos mana sangre, el continuaba asiendo con ellos y dientes el pendón. Sin sangre y boca abajo quedó el último suspiro de don Gutierre caído sobre el cendal. Costoles, aún sin latido, abrir sus tucos y sus labios sangrando, para, con tan cobarde actitud, hacerse con el pendón que jaleaban ante los suyos diciendo Portugal ya no es Castilla.
Así es como don Gutierre dio su vida en pro de mantener unida Portugal a Castilla.
Desde el 14 de agosto de 1385, se recuerda que la batalla en El campo de San Jorge ha sido el comienzo y no el fin de una España que luego fue nombrada.
Seguiremos luchando y, si con ello es necesario, la vida daremos, por hacer mas grande aún la España unida que hoy tenemos. Nuestra cabalgadura si necesario fuera, cederemos a nuestro rey Felipe para que continúe su reinado y legue el mismo a generaciones venideras.
Hemos batallado en el campo de San Jorge. Batallaremos a San Jorge si con ello mantenemos con vida a la España que nos nació y nos creció. La España que hemos prometido lealtad para entregarla a nuestros hijos, aquellos que nos continuarán en el camino emprendido tras el rey Pelayo, cristiano y buen señor.
Será un 27 de septiembre esta vez, pero no por ellos dejaremos de vernos en aquel que fue 14 de Agosto.
Nota.- Ante la probable ausencia de parlamento sobre el tema, he de hacer esta nota en dos puntos aclaratorios.
1.- Mi familia se constituyó bajo culturas racionales y, para ser más claro si fuera necesario, no bajo culturas creacionistas. A mi me concibieron, me engendraron y me educaron bajo cultura racional como una persona política, refiriéndome que, aunque quisieran no podrían haberme educado como idiota, por razones obvias para un racional. La educación que ellos me propiciaron la complementaron y, en todo momento supervisada por ellos, con crítica; he tenido libertad para definir mi curricula como, en los casos anteriores, es obvio.
Por este motivo, cuando hablo de rey, lo hago como Jefe de Estado. Y, cuando lo hago de Felipe VI, no lo hago de Felipe Borbón y Grecia.
2.- Como constitucionalista de 1978, acato como Jefe de Estado al Rey.
Lo que no comparto es que sea Jefe de Estado por mandato del desleal a la II República de España y genocida del Pueblo de España y, cuyo nombre no es mi deseo dar, no como manifestación de mi degeneración evolutiva que me lleva a una degeneración, o pérdida de atención, sino por deseo voluntario de no hacerlo.
3.- Como racional entiendo que la la decisión media de la población española no es la media de las medias de las su poblaciones posibles de la misma. Por este hecho, que un político ha de saber y un idiota no entender, que no saber, no es racional el hablar de subpoblaciones en la población española.
4.- Como racional no es posible hablar de pueblo elegido, familia elegida, ni tampoco individuo elegido, por ser alguno que no forme parte de la población española.
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