Érase un tiempo, no muy lejano, que habitaba el lugar un individuo viejo al que se le conocía como "Oslaf Zeuj". Este, envidioso y codicioso, acusó a un vecino suyo, al que se le conocía como "Otsu Zer", de adúltero.
Un día, un hombre que escuchó decir de Otsu Zer lo que de él decía Oslaf Zeuj, dijo decirse llamar Daniel, que significa “Dios es mi juez”, y gritó: “Yo soy inocente de esta sangre que lleváis en vuestras manos".
Otro que estaba cerca y escuchó a las partes, interrumpió las palabras de todos y díjoles: "narración de estos hechos está en el llamado "Libro de Elías", el profeta del siglo VI.
Hoy no se le acusaría de adulterio sino de "deseado", o "envidiado por quienes le acusan".
Y, se les diría a quienes mienten para hacer daño a quien envidian, "injuriantes", por nombrarles de algún modo a quienes así viven en el humus del que se alimentan y en el que reptan.
Reconforta escuchar las palabras escritas.
Cuando Don Gonzalo Díaz-Ordóñez recibe la encomienda de las tierras obispales de Quirós, hízose llamar Bernaldo, por su sangre y De Quirós por su valor probado ante Dios y ante el Rey. La familia deseosa, que no deseada, o Miranda, acusole, incluso tras su muerte, de "ser bastardo", al ser prohijado por Don Rodrigo, que el resto de sus prohijados eran bastardos para hacerse con el poder que su sangre no le había dado.
Habiendo sido condenado Otsu habló a Dios: “¡Dios eterno, conocedor de todo lo oculto, que ves las cosas todas antes de que sucedan! Tú sabes que han declarado falsamente contra mí. Tú sabes que muero sin haber hecho nada de cuanto éstos han inventado inicuamente contra mí”
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