El mismo delito tiene condena diferente. La condena aplicar depende de "clase social" a la que pertenece el causante del delito. Y, también, del propio sujeto causante.
Si es militar el delincuente es juzgado por un juez militar.
Si es político será juzgado por tribunal diferente al que lo juzgara si fuera conductor de autobús.
A finales del siglo XVII (1764), Cessare Beccaria publica un texto titulado "Tratado de los delitos y las penas".
Como se puede suponer, su contenido movió las peanas más firmes, inamovibles.
Hoy, las peans siguen igual, insmovibles. Podemos decir que este texto sigue sin ser leído.
Es más, cuando se cambió el derecho tomano por el visigodo, el texto, o
"cófigo de los jueces", tampoco ha dido leído. A pesar del esfuerzo de los veintisiete reyes protegerlo con un candado por cada uno de ellod. Y, por el esfuerzo del conde del palacio del Rey Don Rodrigo, Pelayo, de traerlo a Santa María de Lucus Astutum para que lo proteguera de las armas del general moro Muza.
Seguimos igual, masacrando al pechero por parte del Rey y mediante la mano de sus funcionarios, o nobles.
No soy demócrata. No soy creacionista. Soy hijo de mi padre.
El clan que mató a mi padre morirá en un caleidoscopio de orgía. No soy fiel sino leal.
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