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3 ene 2016

Crecer en empleo como pechero.


El tiempo que transcurre entre la Demanda y la Oferta, se ha acortado con las telecomunicaciones. La producción de tal demanda exige una mayor especialización del Trabajo. Esta exigencia impone una educación continuada sobre una educación básica de base ámplia que lo permita. 

Esta respuesta rápida del Trabajo a la Demanda rápida, solo es posible darla a través del Humano Comunicativo, o Persona y, también, por el desarrollo de la "robótica de inteligencia artificial". Esta robótica ha de desarrollar una "señal de mando de entrada" que haga posible el "control" y no la "regulación".

La Robótica "regula",  la Robótica de Inteligencia Artificial "controla". 

La regulación es definida por una "Demanda constante" y actuaciones que corrigen las desviaciones de la Demanda. La Demanda se adapta a la Oferta.

El control es definido por una "Demanda variable" y actuaciones que responden a tales desviaciones. El control se adapta a la Demanda. La Oferta se adapta a la Demanda.


El Trabajo, la Oferta, se ha de adaptar a la Demanda para sobrevivir al Mercado. La Teoría de la Evolución así lo explica.

El Trabajo, la Oferta, que no se adapta a la Demanda no sobrevive al Mercado. La Teoría de la Evolución así lo explica.

El Trabajo, hasta 1971, se explicaba por la Teoría del Patriarcado. El Estado "da trabajo". Desde la "crisis del petróleo de 1971" (en sentido estricto desde que se descubre que el "medio interno" y el "medio externo" es el mismo. Desde que se descubre que la "célula" no es una estructura que habita un Jardín en el Edén, o Medio. La Célula no viene definida como una estructura independiente por su membrana, o talanquera.


Ya no hay "empleo", ni tampoco hay "empleado" ni "empleador"

El Trabajo es el que se oferta y no es el que se demanda. 

Ya no hay "amo" ni "esclavo". Hoy, el que "oferta su trabajo" se ha convertido en el "amo" de antaño.

Aquel individuo que no "oferte" su trabajo, está fuera del Mercado.

Aquel amo que no "demande" trabajo, aquel amo que no demande trabajo, está fuera del Mercado.


El Capital que no oferte Trabajo, está fuera del Mercado.

Antes el Capital era el que ofertaba al Mercado. Hoy, el Capital tiene "responder" a la demanda que le hace el Trabajo.

El Trabajo es el CONSUMIDOR de la oferta que le hace el CAPITAL. Este, por lo tanto, tiene que responder a la oferta que le hace el TRABAJO.


El CAPITAL tiene que DETECTAR la OFERTA DEL TRABAJO que es LA DEMANDA.

El Capital "envuelve" en papel de colores el Trabajo para que este se lo consuma.

La Empresa Transformadora de la leche,  le vende un subproducto de la leche al productor de esta. El Capital le divide el trabajo y la suma de estas partes resulta ser mayor que la unidad dividida. La diferencia entre la suma de las partes y el total del que proceden, es el BENEFICIO obtenido por el CAPITAL del TRABAJO realizado por el IGNORANTE.

10 trabajado, lo divido en 2+3+5 = 10 + B

El Trabajo compra su trabajo por 10+B. Es decir, el Trabajo aporta al Capital "B". A este Trabajo, a quienes en su ignorancia trabajaban de este modo en la  Edad Media se les nombraba "PECHEROS", de aquí debe venir esa expresión de astío de trabajar para otros: ¡qué pechada tengo de este tío!

Bueno, basta de comentario pechero.

Crecer con empleo

El nuevo Gobierno tendrá que decidir una política de estímulo de la demanda

El País,    03-01-16





El balance económico de 2015 no es plenamente satisfactorio por varias razones. La más importante es que el ejercicio ha confirmado una vía de salida de la crisis caracterizada por la recuperación de tasas notables de crecimiento, próximas al 3% del PIB, que, sin embargo, no han tenido los efectos esperados en la creación de empleo estable y en la elevación de las rentas salariales. El crecimiento, superior al de casi todos los países europeos, se ha recibido con un exceso de entusiasmo —en particular, por el Gobierno—, dejando a un lado la evidencia de que, si bien otros países de nuestro entorno crecen menos, ya han recuperado los niveles de prosperidad previos a la recesión, mientras que España se encuentra a mitad de camino. Este es el hecho crucial que el equipo económico del presidente del Gobierno soslaya sistemáticamente.
La economía está atravesando por un periodo en el cual se registran aumentos significativos del PIB, con descensos continuos de la tasa de paro, pero sin que crezca el empleo estable; la mejora estadística se ha conseguido mediante el aumento de la temporalidad y la caída de las rentas salariales. La medicina aplicada por el Gobierno (una reforma laboral que ha contribuido a favorecer el despido y laminar las rentas) ha inflado las estadísticas de contratación, pero ha deprimido la capacidad de reacción del consumo y la inversión.
Dicho de otra manera, la mejora de las condiciones financieras —descenso rápido de la prima de riesgo, buena aceptación de los activos españoles en los mercados— no está siendo aprovechada por la economía real. Más por virtud del BCE que por los logros del equipo económico de Rajoy, los intereses de la deuda dejan un amplio margen para la acción presupuestaria; o lo dejarían si el volumen de la deuda no siguiera aumentando. Aumento que solo puede significar un incumplimiento real de los objetivos de déficit. El montante del déficit puede maquillarse; el de deuda resulta más difícil. El problema de fondo de la llamada economía real, en síntesis, es que, aunque ha mejorado la situación del crédito y ya no existe la presión sobre los activos españoles, las expectativas de consumo e inversión son bajas; el resultado es crecimiento sin empleo estable y una limitada recuperación de las rentas.
El episodio de los cambios fiscales vivido en 2015 resulta también significativo. El Gobierno aprobó una reforma fiscal que, en sustancia, es una simple rebaja del IRPF. La razón de este reduccionismo político no es difícil de suponer: el IRPF tiene un impacto evidente en el bolsillo de los contribuyentes, mientras que el choque que producen otros impuestos (como el IVA, por ejemplo) es igual de importante, pero menos doloroso. El hecho de que la aplicación de la rebaja del IRPF se adelantara a mediados de año indica con claridad que el recorte del IRPF no es una reforma, sino más bien un señuelo electoral.
Con todo, el ejercicio 2015 deja el entorno financiero de la economía real en mejores condiciones que a finales de 2014. El Gobierno que llegue a formarse tendrá que considerar con claridad al menos tres cuestiones básicas: un cambio de política económica, porque la línea de austeridad sin más ha agotado sus posibilidades (de hecho, las agotó en 2014), en favor de estímulos de la demanda; una reforma fiscal de verdad, que implique cambios reales en todos los impuestos, en busca de aumentar la recaudación y elevar el ahorro, y un análisis en profundidad de la viabilidad del sistema de pensiones. El marco de estas tres decisiones es una negociación con Bruselas que amplía la capacidad de maniobra presupuestaria en España.

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