En 1958 viví la muerte de Pío XII que reinó desde 1939.
Mi abuelo me habló que el Papa se elegía según lo hacía el Pueblo Visigodo: por elección entre los nobles del Reino. Los Papas "no vienen de", sino que "son nombrados por" y, por eso son hombres y no dioses.
Es la primera vez que supe de herencias y de nombramientos. De Sangre y De Poder.
Por primera vez me hablaron del significado de Asturias y de España. De la diferencia entre Principe (principal, o primero, de entre todos) y Rey (cabeza, o poder sobre todos).
Me hablaron aturdido por el sonar de las campanas, primero por la muerte del Papa Pío y luego por el nombramiento del Papa Juan. Entendí poco, recuerdo, pero posó y pesó mucho sobre mi, al igual que hoy aún siento como una losa que sobre mis espaldas aguanto y prometí soportar hasta la extenuación, que no hasta el sacrificio. Es un honor el trabajo por la confianza depositada en mi. Y, es una condena el Sacrificio al que se me pretendiera someter. Nunca me fué sacrificio vivir, sino honor que con orgullo defendí. La vida se me concedió como honor y reconocimiento. La vida no se me dió como sacrificio redentor de un pecado que ni los míos ni yo, cometió.
Así se me educó, se me hizo entender, y así hice mi vida, en misericordia al Hombre que me me nació y al Hombre que nací, dos hermosas hijas.
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