Nos están destruyendo el Sistema Educativo Racional que tenemos; más bien que teníamos, pues quieren cambiarlo para el próximo curso.
Yo entiendo que el cambio está basado en la Ignorancia Mayúscula del Gobierno y en eAfán Desmedido de tener como Fin de la Vida el atesorar mediante el Robo y no mediante el Trabajo.
Leyendo la nueva estructura del Sistema que quieren imponer, se afea la conducta de los padres al no ayudar a sus hijos a "realizar los deberes en casa".
La mayoría de los padres no tienen educación para dar continuidad educativa.
Contínuamente se está publicando la poca lectura en nuestra Sociedad.
Al hablar de la lectura aprecio que entre leer y entender la lectura leída hay un largo trecho que en nuestro Sistema Educativo no se anda.
La lectura de los textos actuales es la única que se hace y, de los mismos, poca y descriptiva no crítica. Lectura de textos no actuales, no se hace ninguna. Lectura de poesía y teatro no se puede hacer por ser necesaria la lectura crítica.
Hoy hago entrada a la obra de Antón Chejov que hacíamos con 13 años.
A quién le guste leer en días fríos y brumosos como hoy. Y que gusté de hacerlo an familia, tomando cada uno de sus miembros el papel que guste en esta obra
Tío Vania
Antón
Chejov
Escenas
de la vida en el campo, en Cuatro Actos.
La
acción tiene lugar en la hacienda de Serebriakov.
PERSONAJES:
Alexander
Vladimnirovitch.
Serebriakov,
profesor retirado.
Elena
Andreevna, su mujer, 27 años.
Sofía
Alexandrovna (Sonia), su hija de un primer matrimonio.
María
Vasilievna Voinitzkaia, viuda de un consejero secreto y madre de la
primera mujer del profesor.
Iván
Petrovich Voinitzkii, su hijo.
Mijail
lluovich Astrov, médico.
Ilia
Ilich Teleguin, terrateniente arruinado.
Marina,
vieja nodriza.
Un
Mozo.
ACTO
PRIMERO
La
escena representa un jardín y parte de la fachada de la casa ante la
que se extiende una terraza.
En
la alameda, bajo un viejo tilo, está dispuesta la mesa del té.
Sillas, bancos y, sobre uno de ellos, una guitarra. A corta distancia
de la mesa, un columpio.
Son
más de las dos de la tarde. El tiempo es sombrío.
ESCENA
PRIMERA
Marina,
viejecita tranquila, hace calceta sentada junto al “samovar”.
Astrov
pasea a su lado por la escena.
Marina
(sirviéndole un vaso de té). - Toma, padrecito.
Astrov
(cogiendo con desgana el vaso).- Creo que no me apetece.
Marina.-
Puede que quieras un poco de vodka.
Astrov.-
No... No la bebo todos los días... El aire, además, es sofocante.
(Pausa.) ¡Ama!... ¿Cuánto
tiempo
hace ya que nos conocemos?
Marina
(cavilando).- ¿Cuántos?... ¡Que Dios me dé memoria!...
Verás ... Tú viniste aquí..., a esta región... ¿cuándo?... Vera
Petrovna, la madre de Sonia nechka, estaba todavía en vida. Por
aquel tiempo, antes de que muriera, viniste dos inviernos
seguidos..., lo cual quiere decir que hará de esto unos once años.
(Después de meditar unos momentos.) Y hasta puede que más.
Astrov.-
¿He cambiado mucho desde entonces?
Marina.-
Mucho. Antes eras joven, guapo..., mientras que ahora has
envejecido... ¿Y dónde se te ha ido la belleza? También hay que
decir que bebes vodka.
Astrov.-
Sí. En diez años me he vuelto otro hombre. Y ¿por Qué causa?...
Porque trabajo demasiado, ama... No conozco el descanso, y hasta por
la noche, bajo la manta, estoy siempre temiendo que vengan a llamarme
para ir a ver a algún enfermo.
Desde
que nos conocemos no he tenido un día libre, y así..., ¿quién no
va a envejecer? Además, la vida de por sí es aburrida, tonta,
sucia... Eso también influye mucho. A tu alrededor no ves; mas que
gentes absurdas, y cuando llevas viviendo con ellas dos o tres años,
tú mismo, poco a poco y sin darte cuenta, te vas volviendo también
absurdo...
Es
un destino inevitable. (Rizándose los largos bigotes.) ¡Qué
bigotazo más enorme he echado! ¡Qué bigote más tonto! ¡Me he
vuelto absurdo, ama!... Tonto todavía no me he vuelto. ¡Dios es
misericordioso! Mis sesos están en su sitio; pero tengo, en cierto
modo, atrofiado el sentimiento.
No
deseo nada, no necesito de nadie y no quiero a nadie. Acaso sólo te
quiero a ti.
(Le
besa la cabeza.) Cuando era niño, tuve también un ama como tú.
Marina.-
Puede que quieras comer algo.
Astrov.-
No. En la tercera semana de Cuaresma, durante la epidemia, tuve que
ir a Malitzkoe... Cuando el tifus exantemático... Allí, en las
“isbas”, se morían las gentes como moscas... ¡Suciedad...,
pestilencia..., humo..., terneros por el suelo, junto a los
enfermos!... ¡Hasta cerdos había!... Yo no me senté en todo el
día, ni probé bocado; pero, eso sí..., cuando llegué a casa,
tampoco me dejaron descansar.
Me
traían al guardagujas de la estación... Le tendí sobre la mesa
para operarle, y se me murió bajo el cloroformo... Pues bien...,
entonces..., cuando menos falta hacía, el sentimiento despertó
dentro de mí. La conciencia me dolía como si le hubiera matado
premeditadamente. Me senté, cerré los ojos..., así..., y pensé:
aquellos que hayan de sucedernos dentro de bcien o doscientos años,
y para los que ahora desbrozamos el camino..., ¿tendrán para
nosotros una palabra buena?... ¡No la tendrán, ama!.
Marina.-
La gente no la tendrá; pero Dios, sí.
Astrov.-
Sí. Gracias... Has hablado muy bien.
ESCENA
II
Entra
Voinitzkii.
Voinnitzkii
(ha salido de la casa con aspecto de haber estado durmiendo
después del almuerzo y, sentándose en el
banco,
endereza su corbata de petimetre).- Bueno... (Pausa.)
Bueno...
Astrov.-
¿Has dormido bien?.
Voinitzkii.-
Muy bien, sí. (Bosteza.) Desde que viven aquí el profesor y su
mujer..., mi vida se ha salido de su carril. No duermo a las horas en
que sería propio hacerlo; en el almuerzo y la comida, como cosas que
no me convienen; bebo vinos... ¡Nada de esto es sano!... Antes no
disponía de un minuto libre. Sonia y yo trabajábamos mucho; pero
ahora es ella sola la que trabaja, mientras yo duermo como, bebo...
¡No está bien, desde luego!.
Marina
(moviendo la cabeza).- ¡Vaya orden de vida!... ¡El “samovar”
esperando desde por la mañana temprano, y el profesor levantándose
a las doce!...
Antes
de venir ellos, comíamos, como todo el mundo, a poco de dar las
doce; pero, con ellos, a las seis pasadas... Luego, por la noche, el
profesor se pone a leer y a escribir, y, de repente..., a eso de las
dos, un timbrazo ... “¿Qué se le ofrece, padrecito?”...
“¡El
té!”... Y, por él, tiene una que despertar a la gente...,
preparar el “samovar”... ¡Vaya orden de casa!.
Astrov.-
¿ Piensan quedarse mucho tiempo todavía?
Voinitzkii
(silbando). - Cien años... El profesor ha decidido
establecerse aquí.
Marina.-
Pues ahora está pasando igual. El “samovar” lleva ya dos horas
sobre la mesa, y ellos..., de paseo.
Voinitzkii.-
Ahí vienen ya... Ya vienen, no te alteres.
ESCENA
III
Se
oyen primero voces y, después, surgiendo del fondo del jardín,
entran en escena, de vuelta del paseo, Serebriakov, Elena Andreevna,
Sonia y Teleguin.
Serebriakov.-
¡Magnífico! ¡Magnífico!...¡Las viejas son maravillosas!...
Teleguin.-
¡Maravillosas, excelencia!
Sonia.-
Mañana iremos al campo forestal, papá. ¿Quieres?
Voinitzkii.-
¡Señores! ¡A tomar el té!
Serebriakov.-
¡Amigos míos! ¡Sean buenos y mándenme el té al despacho! ¡Hoy
tengo todavía que hacer!
Sonia.-
¡Seguro que te gustará el campo forestal!
(Salen
Elena Andreevna, Serebriakov y Sonia. Teleguin se acerca a la mesa
y se sienta al lado de Marina.)
Voinitzkii.-
¡Con el calor que hace y este aire sofocante, nuestro gran sabio
lleva abrigo, chanclos, paraguas y guantes!
Astrov.-
Lo que quiere decir que se cuida.
Voinitzkii.-
¡Y Qué maravillosa es ella!...¡Qué maravillosa! ¡En toda mi vida
no he visto una mujer más bonita!
Teleguin.-
¡María Timofeevna!... ¡Lo mismo cuando voy por el campo, que
cuando me paseo por la fronda de este jardín, o miro a esta mesa...,
experimento una inefable beatitud!... ¡El tiempo es maravilloso, los
pajarillos cantan y la paz y la concordia reinan entre todos! ¿Qué
más se puede desear?
(Aceptando
un vaso de té.) Se lo agradezco con toda el alma.
Voinitzkii
(soñando alto).- ¡Qué ojos! ¡Qué mujer maravillosa!
Astrov.-
Cuéntame algo, Iván Petrovich.
Voinitzkii
(en tono apático).- ¿Qué quieres que te cuente?...
Astrov.-
¿No ocurre nada nuevo?
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