"En el caso de los incendiarios se había acusado a cuatro judíos y se había admitido la existencia de una banda, en mi opinión sin ningún fundamento. Durante el almuerzo me sentía muy alterado e inquieto; ya no recuerdo lo que dije, pero Anna Alelséievna movía a cada momento la cabeza y decía a su marido:
"Dimitri, ¿cómo es posible?
"Luganóvich es un buenazo, una de esas personas sencillas que mantienen la firme convicción de que, si una persona es reclamada por la justicia, significa que es culpable y de que sopo cabe expresar dudas sobre la equidad de un veredicto mediante procedimientos legales y por escrito, pero de ningún modo durante un almuerzo y en una conversación privada.
"Ni usted ni yo hemos provocado jamás un incendio -dijo con voz suave-; en consecuencia, no nos juzgarán ni nos meterán en la cárcel."
Del amor
Antón Chejov
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