Hoy escuché un comentario sobre el como los mahometanos "incluso paralizan todo un país varias veces al día para orar". ¿Qué le parece?, me preguntaron. Les respondí que antes de los mahometanos lo hacían los cristianos y que en el momento actual aún lo siguen haciendo algunos grupos cristianos. El origen de las campanas tiene por propósito el comunicar a los vecinos la hora de oración, o de hablar con Dios. Y, como sabéis, o podéis observar, no hay población cristiana sin iglesia, ni iglesia sin campanario, siempre alcanzando la mayor altura de edificio alguno; de hecho, no se podía construir edificio más alto que el tenido por el campanario para así poder ser oída la llamada a la oración desde el campanario.
Con el tiempo, ya no sólo las iglesias llamaban a oración, sino que los edificios dedicados a trabajar para el Amo, también pusieron sus campañas que para no confundirlas con las de los edificios dedicados a trabajar para el Señor, cambiaron las campanas por las denominadas "sirenas", probablemente para confundir a los esclavos y llevarlos a la bondadosa acción que era trabajar para el Amo para así ganarse el "pan nuestro de cada día y darle gracias al Señor" que nos da la vida y el Amo que nos la alienta".
El día de 24 horas se dividía en dos periodos de 12 horas.
En el Medievo se dividió en 7 horas canónicas, que tenían por propósito orar, o hablar con Dios, por lo que fueron llamados "instantes de Dios".
Nació en los monasterios cristianos medievales, pero la división del día y la noche en horas canónicas afectaba a todas las capas sociales.
La unidad temporal de un día, 24 horas, que desde antiguo se dividía en dos períodos de 12 horas, se fraccionó en época medieval en siete horas canónicas. Estos siete momentos dedicados a la oración se llamaron los “instantes de Dios”. Fueron formalizados por San Benito de Nursia en su “Regula monasteriorum” (Regla de los monasterios) y difundidos por la Europa cristiana a través de los escritos de San Isidoro de Sevilla (De Eccles Officiis). Acabaron teniendo rango de ley en la vida cotidiana de los monasterios y afectaban a los campesinos a través del sonido de las campanas de los centros religiosos.
San Benito de Nursia entendió que la oración, o hablar con Dios se ha de hacer en un lugar de "arropamiento", "arrobamiento", o de "aislamiento del mundanal, o carnal ruido", por lo que diose en meterse en abrigos y cuevas primero y, posteriormente, con la ayuda de "piadosos señores" construyó edificios a los que díosele en nombrar "monasterios" cuya palabra es de origen griego y que es la antítesis de lo que la European Union quiere hacer con Grecia y que, significa lo que realmente quieren hacer hoy los griegos (monachós -aislado, o que vive sólo, retirado; no que se le aísla y terion, lugar). Los lughones ya nos pasó esto y dijimos "¡dejainos tranquilos, coño!"
Cuando hice la nombrada "maestría en Bromatología", escuchaba como se hacía referencia a los estudios que obligan a nutrirse a unas horas del día y a otras lo hacen a orinar y defecar. Y, la influencia natural de la oración entre los hombres, o comensales en el "bien nutrir, no sólo del cuerpo sino del espíritu, o palabra entre ellos"
Es de interés leerse, con recogimiento familiar, carnal y laboral, la obra magistral de San Isidoro de Sevilla (a este hombre he hecho referencia en múltiples ocasiones en relación con el pueblo lughon, hoy más conocido como Astur, o asturiano. Más bien no con el pueblo sino con el reino).
Las horas de oración se refieren en el Antiguo Testamento como “Siete veces al día te alabaré”. Luego añadiose una vez más antes de acostarse.
¡Como van a ser cinco comidas al día!. Son siete y un "caprichin" antes de metese en la cama, o lo que se pueda (no, no me refería al va sin de leche ni al yogurin. En esi momentu y en los que siguen de madrugá el cuerpo nun ta pa recoxer más desperdicios. Tá pa dormir, pa reconciliase con Dios o, más bien, con unu mesmu)). Las cosas bien hechas tienen que hacerse descansados, no cansados. Que manía de defecar por las mañanas tras pasarse toda la noche intoxicándose y asfixiándose con la barriga llena de "desperdicios".
Maitines.- Momentos de oración, que son dos, y después del comienzo del día, allá a las "12 de la noche", o "0 horas"
Laudes.- Momentos de oración, que son dos, y se hacen después de amanecer, o hacerse la luz, allá a las 3 o 4 horas. Los monjes, que bebían poco agua y comenzaban su prostatismo, pedían, y lo hacían en modo imperativo, a Dios que pudieran orinar para, de una vez, cesar el calvario de la retención urinaria.
Prima.- Era la primera oración tras la salida del sol, allá entre las 6 y las 8 horas. No sólo era la primer oración con Dios, sino el aviso de ser la primera obligación con el Amo, la de trabajar para Él. El Amo siempre decíales "dejaros de monsergas y a trabajar holgazanes"
Tercia.- Era la segunda oración tras la salida del sol, allá por las 9 horas.
sexta.- Era la tercera oración tras la salida del sol, o tercera oración del día, allá a las 12 horas.
Nona.- Era la cuarta oración del día tras la salida del sol, allá a las 15 horas. Como es la hora de la muerte de Jesús, es considerada la hora del final del sacrificio, o trabajo dedicado al Amo, por lo que este te da la comida. No te la da porque te la ganaras, sino para que puedas continuar en el día que sigue (tiene interés leerse sobre los descansos lo que dice la Organización Internacional del Trabajo, u organización moderna de la orden de San Benito y que no reside en Roma, sino en Ginebra. Hay que estar con los tiempos)
Vísperas. - Era la quinta oración del día tras la salida del sol, allá con la puesta de éste, allá por las 18 horas.
Bueno, me cansé. Tengo que "meter" una oración entorno a las 21 y las 22 horas que, como tenemos que trabajar la televisión, no aguanto hasta las 24 horas.
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