La pimpinela azul
ABC, Aquilino Duque, 16-05-15
[...]
Ten cuidado con esta carta, no sea que te comprometa. Si es necesario, quémala. Ten mucho cuidado.
[...]
P.D.- Los otros diplomáticos afectos son: Ramón Sáenz Heredia, R. Martínez Artero y Ángel Sanz Briz".
De esos cuatro, Foxá y Sáenz de Heredia figuran desde el primer momento en la "lista de arcángeles" de Salamanca, y Martínez Artero en la de "Admitidos" previa depuración. Los dos primeros aguantaron hasta el 31 de diciembre en sus respectivos destinos; el último, hasta abril del 37. Sanz Briz fue destinado a Londres como secretario de embajada, y de la embajada pasó al consulado general. En 1938 estaba ya en la zona nacional, donde sus colegas lo acogieron fríamente y hubo de pasar por las horcas acudí as de la depuración.
Un año tardó en ser readmitido en la Carrera, y en el fallo definitivo algo debió de pesar el testimonio del secretario Fischer, de la embajada alemana ya en Salamanca, que también extracta Espada:
"Sé positivamente por experiencia propia y por el testimonio de otros colegas la gran labor realizada por V. cerca del comité rojo de la Estación del Mediodía de Madrid en la que con evidente riesgo de su persona, a causa de los frecuentes altercados que sostuvo con dicho comité, facilitó la salida de Madrid a gran numero de personas perseguidas. Cuando se trató de la salida de la Srta. Pilar Primo de Rivera, en inminente riesgo de muerte, su colaboración con esta embajada fue decisiva, logrando el visado diplomático de su pasaporte que hizo posible dicha evacuación".
El primer destino de postguerra de Sanz Briz sería El Cairo, de donde pasó a la legación de Budapest, ya en plena Guerra Mundial. En su nuevo puesto demostró que no era ciertamente un novato en la tarea de salvar vidas humanas, aunque esta vez no lo hiciera como en Madrid, de tapadillo, sino cumpliendo órdenes de los ministros Jordana y Lequerica. Y, por supuesto, como dice Espada el título de su libro: en nombre de Franco.
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