Me comenta Augusto que es lastimoso ver como no hay Capital humano con riesgo en Asturias, debiendo que subvencionar los transportes aéreos.
Me recuerda las conversaciones con mi padre y, por ello, que le narro una de aquellas.
En el mes de junio de 1980, en el día 4, no me reuní con mi padre para agradecerle serlo; era mi cumpleaños. Después de no vivir en mi casa ha sido difícil reunirnos ese día, ni la familia creada por mi ni la creada por él hacía posible que nos reuniésemos, por lo que elegimos el 4 de julio y sin decir nada a ambas familias nos reuníamos como siempre habíamos hecho. Ese año ha sido especial.
Antes de sentarnos en un restaurante de Oviedo, nos dimos un beso y un abrazo. Sentados guardó silencio unos minutos y me dijo: ha muerto en Madrid quien ha sido causa de mi azarosa vida y la de mis padres. No le deseo mal alguno a sus descendientes, como nunca se me ocurrió deseárselo a él, responsable directo de la muerte de mi madre y mi hermana. Me hubiera gustado que estuviera Marina -como siempre refería a mi madre, esposa con la que, siempre compartió, junto con su padre, su vida-. Hoy me deshice del arma que siempre llevé conmigo con el fin de defenderme si fuera necesario. Caso que descubriera el asesino de mi madre que yo era quien era. Esta otra que te doy a ti hoy, es la que me la dio tu abuelo con el mismo fin, aunque nunca abrí el paquete en el que me la dio. Te la doy hoy porque no la usarás. Diez años más tarde la arrojé en un lugar de Bonielles tras haberme entrevistado con un hijo de aquel, por motivos casuales y sin que él supiera de mí.
En aquella cena, por segunda vez en nuestra vida, me pidió que abandonase el hospital y me fuera a USA; ya es hora de que seas libre, como siempre has añorado. Le dije que nadie me tiene que emplear, como sería el caso si fuera a USA. Aquí trabajo, no estoy empleado. No valoran mi trabajo como yo lo hago pero, quizás tengan motivo. Es por este motivo y no por otro que me quedaré. Soy un hombre leal y no fiel. No me someto a ninguna ley humana; me someterán por la fuerza pero vivo con ventaja: a espada corta me has educado que se ha de dar un paso más pero no desviar el camino emprendido. Me habéis nacido libre y haré lo imposible por desarrollar mi vida en libertad hasta que, en mi lugar de trabajo espire mi último deseo.
Padre, es mi deseo llegar a este próximo día 4 de junio para reencontrarme contigo y contarte el estado de cumplimiento de mi compromiso para contigo. Probablemente tu nieto Augusto me acompañe esta vez para con tu presencia, pasarle el compromiso que tú me pasaste a mi. Es un hombre leal y, también infiel. Ha merecido su presencia entre nosotros.
En cuanto a mi trabajo he de decir que, aunque cumplido el tiempo de participación social, seguiré hasta morir en él. Tengo compañeros de trabajo con los que me he comprometido y, por ello, y con placer, seguiré.
Recordemos quienes tenemos memoria que "Los árboles mueren de pié" y, si recordáis su argumento, merece la pena releerlo tras el reencuentro con mi padre, abuelo y sobrino.
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