La Lughonia y los Lughones.

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Y haberme en vuestra casa yo criado,
que crédito me da por otra parte,
hará mi torpe estilo delicado,
y lo que va sin orden, lleno de arte;
así, de tantas cosas animado,
la pluma entregaré al furor de Marte:
dad orejas, Señor, a lo que digo,
que soy parte dello buen testigo.
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Lughonia y sus lughones.

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no tienen ley ni Dios ni que hay pecados,
mas sólo aquel vivir les aprovecha
de ser por sabios hombres reputados;
pero la espada, lanza, el arco y flecha
tienen por mejor ciencia otros soldados,
diciendo que el agüero alegre o triste
en la fuerza y el ánimo consiste.
En fin, el hado y clima desta tierra,
si su estrella y pronósticos se miran,
es contienda, furor, discordia, guerra
y a solo esto los ánimos aspiran.
Todo su bien y mal aquí se encierra,
son hombres que de súbito se aíran,
de condiciones feroces, impacientes,
amigos de domar estrañas gentes.
Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros, de niervos bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, alentados,
animosos, valientes, atrevidos,
duros en el trabajo y sufridores
de fríos mortales, hambres y calores.
No ha habido rey jamás que sujetase
esta soberbia gente libertada,
ni estranjera nación que se jatase
de haber dado en sus términos pisada,
ni comarcana tierra que se osase
mover en contra y levantar espada.
Siempre fue esenta, indómita, temida,
de leyes libre y de cerviz erguida.


Aunque de La Araucana, de Alonso de Ercilla, salió, bien pudiere haber salido de describir la Tierra de los Lughones, fría, húmeda y brumosa. Tierra que solo germina con Nefartaris, aquella por la que el Sol brilla.

Es Lughonia la tierra de Lugh, dios de dioses que con Nefartaris engendra hijos de espaldas anchas que con orgullo lucen ser hijos de sus padres. Son hombres y mujeres que siempre dan un paso más cuando su espada es corta para llegar a segar la cerviz de quien osa difamar sobre el pendón que contra su pecho llevan.