El periódico es para leer en familia; es para compartir.
Elegir las noticias a leer, comentar y sobre las cuales hay que escribir, es la clave de la educación ciudadana. Todos estos meses he ido tomando notas del periódico de noticias y las he ido mostrando a título de ejemplo de como entiendo la lectura.
Trabajo y pobreza
La inversión social para la infancia en España es la mitad de la media europea
El País, Josep Ramoneda29 Junio 2014
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La desigualdad es enormemente cara para un país, no solo porque cuesta dinero (se pierde talento y potencial humano, resta capacidad a la acción compartida y genera costes sociales), sino porque destruye las bases de la convivencia: el respeto y el reconocimiento mutuo. Sin embargo, está muy ausente de la agenda pública. Los gobernantes o niegan la información u optan por el silencio y la inacción. La inversión social para la infancia en España es la mitad de la media europea. La pobreza es una emergencia, pero no es una prioridad del Gobierno. No es admisible que se trate como una cuestión de caridad y se busque transferir la responsabilidad a las familias y a las organizaciones sociales.
Los más cínicos dirán que la desigualdad es un éxito de las políticas en curso: la devaluación salarial funciona. Viva la competitividad. Sin embargo, deberían comprender que el sistema pierde legitimidad cuando trabajar no alcanza para ganarse la vida. ¿Qué hacer cuando sabemos que muchos ciudadanos no volverán a tener empleo o si lo consiguen no les sacará de la marginación? Los gobernantes dicen que su prioridad es la lucha contra el paro, como si pobreza y desigualdad fueran simples epifenómenos de este. La utopía de volver a la plena ocupación salva el mito de la redención por el trabajo y evita afrontar la conversión de este en un bien escaso. Zygmunt Bauman describe los cuatro tópicos sobre los que se asienta esta política: el crecimiento es la base del bienestar; un consumo en expansión estimula el deseo y favorece la felicidad; la desigualdad humana es natural; la competencia es condición suficiente para la justicia social. Pero la pobreza y la desigualdad siguen allí. Y el nuevo mito redentor es el emprendedor, implacable explotador de sí mismo. Ciertamente, la utopía ha cambiado de lado. Los movimientos emancipatorios piden límites para salvar la dignidad humana, los que mandan creen que todo es posible. Como dice André Glucksmann, “alentando la ansiedad, la política se hace reaccionaria”.
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