OPINIÓN
La inconsistencia del BCE
José Carlos Díez, 7 Noviembre 2014
Mario Draghi ha dibujado un escenario macroeconómico poco esperanzador. Según el Banco Central Europeo, el PIB de la eurozona estuvo estancado en el segundo trimestre y los datos del verano han mostrado un mayor deterioro. O sea, nueva recaída en la recesión. Siguen hablando de baja inflación, pero advierten que los riesgos son a la baja. Repiten que estarán muy vigilantes con nuevas medidas no convencionales que han sido apoyadas por “unanimidad”. Y confirma que ya han comenzado su programa de compra de cédulas y que en breve comenzarán su programa de compra de titulizaciones.
Por primera vez concretan que su programa de compra de bonos durará dos años y tiene por objetivo recuperar el tamaño del balance de principios de 2012. Desde entonces el BCE ha reducido sus activos por valor de 600.000 millones de euros, el 20% de la base monetaria y el 6% del PIB europeo. El anuncio de medidas extraordinarias es un reconocimiento implícito de que su inacción es corresponsable de la recaída en la recesión y del riesgo de deflación. Es el mismo error que cometieron los responsables de la Reserva Federal en 1929 y fue una de las causas de la Gran Depresión. Ben Bernanke estudió muy bien en su etapa académica los errores de la Fed en la Gran Depresión. Por eso, como presidente del organismo, activó la expansión cuantitativa que multiplicó por ocho su cartera de bonos hasta 4 billones de dólares, el 25% del PIB de EE UU. Desde 2009, EE UU ha creado casi 10 millones de empleos, los ingresos del Estado han crecido un 30%, sin necesidad de subir los tipos impositivos, y la inflación está próxima al 2%.
¿Qué habría pasado en EE UU sin ese programa de compra de bonos? Por fortuna nunca lo sabremos ya que, en el mejor de los casos, la situación se parecería a lo que ha sucedido en Europa.
El BCE, siete años desde el inicio de la crisis, sigue aún lejos de las políticas llevadas a cabo por la Fed. Además, son una fábrica de excusas y han incumplido otros programas. Por lo que existe incertidumbre sobre si cumplirán en esta ocasión. Si lo cumplen, duplicarían su cartera de bonos que tenían en 2012 hasta 1,1 billones de euros, el 11% del PIB europeo. Pero si no compran deuda pública es difícil que cumplan sus objetivos solo con bonos privados, ya que casi no hay activos de ese tipo en circulación.
El óptimo sería que comprarán eurobonos que se hayan usado para financiar el plan de inversión que estudia la Comisión. Y que se acompañe con medidas fiscales y de rentas para que los planes, además de crear empleo, corrijan la desigualdad extrema que ha generado la crisis. Una mejora de la desigualdad aumentaría la propensión marginal a consumir agregada y el multiplicador de la inversión pública sería mayor. En EE UU no corrigieron la desigualdad y el presidente Obama lo ha pagado en las elecciones intermedias con una derrota histórica para los demócratas.
Y, además, los eurobonos servirían para mutualizar deudas y frenar el desapalancamiento desordenado que es causa de deflación, restricción de crédito y estancamiento secular. Los líderes europeos son responsables de sus errores y somos los ciudadanos los que los padecemos, especialmente los que han perdido su empleo y sufren pobreza severa.
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