Según los testimonios obtenidos hasta los años ochenta, el trato dispensado tanto en San Fernando como en Peña Grande por las Cruzadas era frío, sin un gesto mínimamente amable o de cariño. Ni siquiera al dar a luz se les felicitaba , es más, insistían en las adopciones incluso en los momentos más críticos como durante los dolores del parto. Se limitaban a imponer una disciplina férrea y llevada al límite, tanto físico como psíquico. Prácticamente todo estaba en sus manos, tanto la gestión de los centros como el destino de las menores.
Sira García "la canaria", pasó por el centro de San Fernando a finales de los setenta.
Mi historia es la de una adolescente traviesa... [...]
Las desterradas hijas de Eva
ConsueloGarcia del Cid Guerra
Página 80
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2012
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Hubo un tiempo que he tenido dedicación más intensa que hoy a recabar documentación y analizarla de la actividad desarrollada con las "mujeres descarriadas" en el tiempo de regencia del rey Alfonso XIII y el reinado de este. La presencia de esclavistas en la gestión de los centros de "acogida" de estos centros. El porqué una viuda tiene que parir en Biarritz y su posterior asesinato junto a su hija simulando haberlo realizado "las hordas rojas" en el barrio de Chamberí. Era y es de interés la relación de la familia de esta mujer con el entorno de la Regente de Alfonso XIII y la relación de su familia con el rey Alfonso XIII.
"Doña Virtudes", como era nombrada, era Maria Christina Désirée Henriette Felicitas Rainiera von Habsburg-Lothringen, madre de Alfonso XIII, fue Regente durante la minoría de edad de su hijo Alfonso. Murió a los 70 años de causa y circunstancias no bien definidas. Durante su vida estuvo íntimamente incluida por su Dama de Honor.
San Sebastián ha sido la ciudad de los veranos.
Tras dejar la regencia, en 1902 su dedicación a las "obras de caridad" se intensificó. Es en este tiempo y sus obras de caridad, así como la actividad desarrollada durante sus estancias en San Sebastián y las relaciones de su séquito con la cercana Biarritz, la que he ido documentando, poquito a poquito, en silencio. Y, siempre con el ánimo y deseo de mi padre que, siempre en silencio cómplice, me animaba a realizar tal trabajo que él gustaba de leer y escuchar de mi mano y palabra leal.
Tras la cena del día 5 de enero de 1929, muere en su habitación, tras varios episodios de dolor en el pecho como refirió la mujer que la acompañaba. Su muerte no había sido precedida de anuncio alguno de su salud.
Su dedicación a las obras de caridad se pensó que era por pensar que la infidelidad manifiesta de su esposo era por su culpa. Así hay cartas de la mujer en la que había depositado su confianza más cercana y por parte de quien consolaba sus desgracias espirituales. Un cura cuidaba de su futuro eterno, mientras una mujer lo hacía de su presente terrenal expiatorio de pecados que le hacían pensar.
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