Charlie: El mapa no es el territorio
Por: Ernesto Ekaizer | 08 ene 2015
Con toda probabilidad, es cuestión de horas la captura o desenlace del final de la escapada para los asesinos materiales de la bárbara carnicería de Charlie Hebdo. Como los instigadores del 11-M en el Madrid de 2004, o quizá más todavía en este caso, se trata de viejos conocidos de la Policía y los Servicios de Seguridad de Francia.
Pero, más allá del desenlace, la pregunta es: ¿qué hacer?
Porque llevarlos al banquillo y enjuciarles no acaba con el problema. El problema del terrorismo fundamentalista islámico.
En una entrevista con la Cadena Ser, el profesor Jean-Pierre Filiu, catedrático del Instituto de Estudios Políticos de París y experto en terrorismo, ha explicado "Europa no tiene ninguna estrategia contra el terrorismo yihadista". Mientras Filiu pronunciaba estas palabras, Marine Le Pen, líder del Front National, pedía en France 2 un "referéndum sobre la pena de muerte", ya que "el islamismo ha declarado la guerra a Francia".
Presente en la tertulia con Pepa Bueno, señalé que Francia, antes y después de la carnicería, atraviesa una fase de gran crisis política. Y que la imaginaria unidad nacional que avizora François Hollande, es una quimera.
Pero lo que intenté decir iba más allá de denunciar la política de Marine Le Pen, que consistirá en obtener el dividendo de la guerra contra el terrorismo fundamentalista islámico fomentando el odio contra los musulmanes.
Lo que debería preocupar es qué va a hacer Hollande y su primer ministro, Manuel Valls. ¿Lo mismo que intentó Nicolas Sarkozy, con quien el presidente se ha entrevistado esta mañana en el Elíseo? Es decir: ¿no dejar el problema de los musulmanes en las manos exclusivas del Front National y asumir, "arrebatarle", muchas de sus propuestas?
Más precisamente: ¿deslizar, en la competencia con el Front National, a Francia y a Europa hacia un remedo del post-11/S diseñado por el presidente George W. Bush y continuado por Barack Obama? ¿Sin complejos, que diría José María Aznar?
Todos los caminos conducen a Siria y, nuevamente, a Irak.
De ahí que es apropiada la evocación de Alfred Korzybski conocido por sus aportaciones a la semántica llamada por él semántica general.
Sí, hablamos de quién se ha hecho famoso por su frase: El mapa no es el territorio.
Pero mucho antes de pronunciarla en 1931, en Nueva Orleáns, Luisiana, ante la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Korzybski (Varsovia, 1879; Connecticut, 1950) había sido primero oficial de inteligencia del ejército zarista, y, algo más tarde, en 1916, tras ser herido durante la Gran Guerra, en coordinador de aprovisionamiento de artillería para el frente, desde Canadá y Estados Unidos.
Sea la fórmula radical de Korzybski o, simplemente, el reconocimiento de que el mapa es diferente del territorio.
Si queremos vivir en el mundo real y no en la representación que nos hacemos del mundo para nuestros fines hemos de admitir la necesidad de ir a la raíz, a la fuente del conflicto.
El mapa de París y sus cercanías no es el territorio en el cual se va a desactivar la violencia, la masacre y la barbarie. Que son cotidianas en Oriente Próximo y que inevitablemente se transmiten a los países occidentales.
El profesor Filiu probablemente por falta de tiempo no ha desarrollado lo que en cambio ha escrito en un artículo que publica hoy mismo en la web francesa L'OBS Rue 89.
Filiu ya había escrito con otros colegas sobre uno de los presuntos sospechosos de la masacre de Charlie Hebdo, Chérif Kouachi.
"En condiciones pendientes de esclarecer, Boubaker al-Hakim [terrorista islamista] y, sin duda, Chérif Kouachi, se han reincorporado a la salida de prisión a las redes iraquíes de Al Qaeda y les han acompañado en su mutación hacia Daesh/Estado Islámico. La experiencia de combate que han adquirido ha sido preciosa para los asesinatos perpetrados después a sangre fría. Esta pertenencia común nos recuerda también que, para los jihadistas, las democracias occidentales y las transiciones [políticas] árabes son las dos caras de un idéntico enemigo a combatir sin piedad".
Prosigue: "Más allá del golpe de la tragedia de Charlie Hebdo, es hora de que las democracias de las dos riberas del Mediterráneo entiendan que también tienen el mismo enemigo. Y de extraer todas las consecuencias en términos de solidaridad activa...La personalidad de los verdugos de Charlie testimonia una escalada sensible en el profesionalismo del horror. Lo peor está, sin duda, por llegar si no anticipamos el golpe siguiente del pulpo terrorista. Y este golpe no puede ser anticipado sino en la fuente, es decir en Siria, allí donde miles de voluntarios europeos ya se han unido a Daesh/Estado Islámico. Boubaker al-Hakim se encuentra en el centro de ellos para galvanizarlos, mientras que Cherif Kouachi es el sospechoso de haber desencadenado la matanza de Paris".
La conclusión: "Es en Siria y en ninguna otra parte, donde la oleada terrorista que se avecina puede ser contenida".
El profesor no nos dice cómo.
Pero si queremos evitar la deriva 11/S, deriva que ha configurado el terroritorio actualmente existente, hay que desactivar el conflicto en Siria, dejar de echar más leña al fuego, abandonar el combate contra dos enemigos al tiempo y concentrar la batalla contra el único que de verdad cuenta.
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