[...]
-Vos, niña tonta -me dijo-, estáis llorando
siempre. Decidme, ¿por qué lloráis?
-Porque se me llevarán de aquí -dije yo- y
me pondrán a servir y yo no puedo con el
trabajo de una casa.
-Bueno, chiquilla -dijo ella-. Aunque no
podáis hacer ahora el trabajo de una casa,
aprenderéis con el tiempo. Además, al
principio, no van a poneros a hacer cosas duras.
-Sí lo harán -dije yo-. Y si no puedo hacerlo
todos me pegarán y las criadas me obligarán a
hacer los trabajos duros y yo no soy más que
una niña pequeña y no podré hacerlo.
Y me eché a llorar otra vez, hasta que ya no
pude hablar más.
[...]
Moll Flanders
Daniel Defoe
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