No he tenido nunca la oportunidad de leer un "periódico coherente".
Un periódico es como un "tablón de anuncios" se van pegando noticias sin relación alguna entre ellas.
Entiendo que aquel que escribe acerca de un hecho, a parte de describirlo ha de establecer el contexto vertical, o histórico, así como hacerlo en el contexto horizontal, o actual. Y, por "encima" y "al lado" de él, ha de haber una persona que conexione todas las noticias en el mismo sentido -entendía que era el denominado "jefe de redacción"-.
Me refiere mi sobrino que tras comentar el comportamiento del niño, probablemente no bautizado que actuó sobre una persona educadora con resultado de muerte, lo sigo del comportamiento del adulto, probablemente no bautizado y, por consiguiente, no confirmado, que actuó sobre varias personas con resultado de muerte. No aprecia coherencia, o relación. Tras explicarle, lo ha comprendido como propio de una persona que, como yo, ha sido bautizado en la razón y, posteriormente, a los diecisiete años, me confirmé, acepté formar parte de una población aspirante a transformarse en sociedad tras la muerte, por enfermedad, o por agresión, del dios no racional que paseaba bajo palio en representación del dios que le pedía sangre del pueblo español como medio para purgar el pecado al tomar la fruta del árbol prohibido para el humano, o árbol de la razón. Fruta plantada en el frío invierno del jardín de la República, con el esfuerzo de sus padres para hacer que sus hijos vivieran en libertad, en la razón, siendo dueños de sus vidas.
El término anglosajón de "tabloide" puede ser castellanizado para denominar lo que hoy aquí denominamos periódico y, en términos locales, con las connotaciones no racionales, "hoja parroquial".
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