La mentira de un político le conduce al delirio.
La mentira de un militar le conduce al delirio.
La coincidencia en tiempo y espacio del mismo tipo de psicosis puede desencadenar un delirio colectivo que puede comenzar manifestándose por discursos paranoides y, si el militar tiene la fuerza, o el poder de la fuerza si está "en activo", como mínimo puede producir una "asonada" que comenzando por ser grotesca puede terminar por ser trágica.
Tomar las medidas correctoras del Estado de Derecho son, no solo necesarias, sino ineludibles. El no tomar estas medidas es una actitud, cuanto menos, negligente y, por ello, a su vez condenable. La toma de estas medidas han de ser tomadas en acuerdo parlamentario y no solo por el Poder Ejecutivo.
Las manifestaciones de un general, en activo, pues está en el estado de reserva, no han de ser calificadas como derivadas de un estado de demencia senil, sino de minusvalía que le discapacita para seguir siendo, no general, sino militar, por lo que se le han de retirar todas las condiciones que en su vida le han sido concedidas. La dignidad de un militar se mide por su lealtad, como todo ciudadano español. Su acción tiene el calificativo de deslealtad, o traición a los principio constitucionales, a los cuales se debe como tal.
La mentira del político tiene la misma consideración de deslealtad por lo que el Parlamento ha de retirarle la condición de político al que así actuara. Como h de ser clara la denuncia de deslealtad constitucional del político mentiroso, instigando al militar minusválido, he de decir que me refiero al político investido deshonrosa ente como "presidente del gobierno" y, por respeto constitucional lo anoto en minúscula como medio de desagravio.
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