Buscar en este blog

11 may 2015

Matar al padre es matar la familia. No busques familia donde no hay padre.






Muerta su esposa se fue a vivir a casa de su único hijo casado. 

Tras unos pocos meses le dice a su hijo que se marcha a vivir solo. Te comprendo padre. Lo siento, le dijo el hijo. 

A los dos años, el hijo abandonó su casa. Quedaba su esposa y sus dos hijas. Muerto el padre, el hijo no volvió a su casa. 

No hay pecado mayor que el de expulsar al padre de su casa. El hijo no se lo perdonó. Juró no volver a pisar la misma casa que su esposa.

Hay muchos hijos cobardes por mal nacidos.

La esposa ha sacrificado a sus hijas para no verse sola en la casa de la que un día se expulsó a su abuelo. 

¡Padre, ¿porque nos dejaste solas?. Vuestra madre me dejó sin padre y a vosotras sin el vuestro. 

Ella vivió corroída sin saber porque se quedó sola. De mi no lo supo ni lo sabrá nunca, como condena por matar a mi padre.

Muerto el padre, la casa se quedó sin ratones. Muerto el padre, muerta la familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario