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4 jun 2014

A Don Felipe.



LA ARAUCANA 
Alonso de Ercilla y Zúñiga 

Canto I


No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados,

ni las muestras, regalos y ternezas de amorosos efectos y cuidados; mas el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados, que a la cerviz de Arauco no domada pusieron duro yugo por la espada.


Cosas diré también harto notables

de gente que a ningún rey obedecen, temerarias empresas memorables
que celebrarse con razón merecen,
raras industrias, términos loables
que más los españoles engrandecen
pues no es el vencedor más estimado
de aquello en que el vencido es reputado.


Suplícoos, gran Felipe, que mirada

esta labor, de vos sea recebida,
que, de todo favor necesitada,
queda con darse a vos favorecida.
Es relación sin corromper sacada
de la verdad, cortada a su medida;
no despreciéis el don, aunque tan pobre, para que autoridad mi verso cobre.

Quiero a señor tan alto dedicarlo, porque este atrevimiento lo sostenga, tomando esta manera de ilustrarlo, para que quien lo viere en más lo tenga; y si esto no bastare a no tacharlo,
a lo menos confuso se detenga pensando que, pues va a Vos dirigido, que debe de llevar algo escondido.
Y haberme en vuestra casa yo criado, que crédito me da por otra parte, hará mi torpe estilo delicado,
y lo que va sin orden, lleno de arte; así, de tantas cosas animado,

la pluma entregaré al furor de Marte: dad orejas, Señor, a lo que digo,
que soy parte dello buen testigo.

Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa,

que no ha sido por rey jamás regida ni a estranjero dominio sometida.
Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar, del Sur llamado, tendrá del leste a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado; bajo el polo Antártico en altura
de veinte y siete grados, prolongado hasta do el mar Océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno.

Y estos dos anchos mares, que pretenden, pasando de sus términos, juntarse,
baten las rocas, y sus olas tienden,
mas esles impedido el allegarse;

por esta parte al fin tierra hienden
y pueden por aquí comunicarse. Magallanes, Señor, fue el primer hombre que, abriendo este camino, le dio nombre.

Por falta de pilotos, o encubierta causa, quizá importante y no sabida, esta secreta senda descubierta quedó para nosotros escondida;
ora sea yerro de la altura cierta,
ora que alguna isleta, removida
del tempestuoso mar y viento airado 

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