Hoy, sus hijos, con la vaina vacía niegan a los apaño les traicionados el dar sepultura a quienes sus padres vilmente han asesinado. Y, con la cobardía de los que entonces callaron, sus hijos siguen callando.
Contra quienes se levantaron en armas eran hombres de bien, leales a su pueblo, que dieron su vida por defenderlo de las alimañas vestidas de humanos. Vestidas de españoles, no les confunde la Constitución de 1978, su condición de comadrejas.
Léase la vileza.
En los Archivos Nacionales de EE UU se custodia un clarificador discurso del 27 de junio de 1942 de August Eigruber, gobernador del Alto Danubio: "Cuando ocupamos Francia el año pasado, el señor Pètain nos dio a esos 6000 españoles rojos y declaró 'No los necesito, no los quiero'. Ofrecimos estos 6000 españoles al jefe del estado Franco, el caudillo español. Rehusó y declaró que nunca admitiría a esos españoles rojos que lucharon por una España soviética. Entonces ofrecimos los 6.000 españoles rojos a Stalin y a la Rusia Soviética (...) y el señor Stalin con su Komintern no los aceptó. Ahora están establecidos en Manthausen estos 6000 combatientes rojos, trabajadores (...); allí están para siempre".
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