El libro de las familias
Novísimo manual práctico de cocina española, francesa y americana.
Madrid
Librería de Leocadio López, editor.
1885
Nociones de medicina doméstica
Cuando llegué al Hospital General de Asturias en los expedientes de los enfermos que habían muerto contenían el documento "certificado de defunción" la causa de muerte inmediata como "parada Cardio-respiratoria" y, como causa de muerte mediata "último mal".
En los años ochenta en toda España se carecía de datos que permitieran saber porqué había ingresado, que había sucedido durante el ingreso y el estado clínico, así como el destino del paciente. Se pretendió hacer una auditoría no médica y, ante la imposibilidad de hacer partícipes a los médicos, se "fabricó" la recolección de un "conjunto básico mínimo de datos" que sirvieran para iniciar una contabilidad en los hospitales, a la par que se "profesionalizaba" al administrador del hospital, comenzando por bautizarle con el nombre de "gerente".
Hoy los ciudadanos se mueren, mayoritariamente en los hospitales, residencias sociales y asilos, o malaterias. Por este motivo, los ciudadanos no saben distinguir un muerto de un vivo. Recordemos como se hacia en el siglo XIX.
Señales de muerte
Entre las diferentes enfermedades que existen y atacan a los individuos, hay algunas tan particulares, que dejan al paciente, por espacio de muchas horas en situaciones de hacer creer que realmente no existe: tales son la asfixia, la catalepsis, los accidentes y otras, en las cuales el calor es casi nulo, la respiración y pulsación no se perciben, los ojos están fijos y mustios, con algunas otras circunstancias que engañan a las personas faltas de ciertos conocimientos, a cuya falta debe únicamente atribuirse el que se haya procedido el enterramiento de personas que no habían muerto, debiendo algunas su salvación a una pura casualidad.
Las señas fijas de que un individuo ha dejado de existir son: la de quedar completamente inmóvil, la cesación del pulso y la respiración, el calor se va extinguiendo gradualmente, la piel adquiere un color amarillento, los miembros se ponen tirantes, los ojos hundidos, empañados e inmóviles, y cierto olor se desprende, propiamente cadavérico, que se advierte mas o menos pronto, según la temperatura y la humedad que ocasiona la muerte.
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