Buscar en este blog

2 abr 2015

La historia sanitaria de un ciudadano ha de ser pública.

Homenaje a las víctimas de la catástrofe aérea en Le Vernet (Francia) con las banderas de sus países de origen. / CLAUDE PARIS (AP)

¿Cómo pudo subirse a la cabina de un avión en el que viajaban 150 personas un hombre que fue tratado por sus evidentes tendencias suicidas? ¿Es necesario relajar en algunos casos las normas sobre la confidencialidad entre médico y paciente? ¿O quizás hace falta intensificar los controles a los que se someten pilotos, maquinistas de tren, conductores de autobús y otras profesiones en las que la confianza en los desconocidos es fundamental?

Estas son algunas de las cuestiones que estos días se tratan de responder en Alemania, un país aún conmocionado por la catástrofe aérea del pasado 24 de marzo en los Alpes, originada supuestamente por Andreas Lubitz. Los investigadores creen que este copiloto de 27 años, incapaz de asumir que sus problemas de salud le impedirían renovar su licencia de vuelo en junio, prefirió acabar con su vida y la de los que volaban con él. Todas las preguntas anteriores se resumen en solo una: ¿Cómo evitar que algo tan horrible vuelva a suceder?

Nadie tiene respuestas seguras, pero sí son perceptibles los dos bandos que empiezan a formarse. En el primero estarían políticos como Dirk Fischer, responsable de transportes en la Unión Cristianodemócrata de Angela Merkel. “Los pilotos tienen que ir a médicos elegidos por las compañías aéreas; y estos deberían estar libres del deber de confidencialidad para informar a la empresa y a la Oficina Federal de Aviación”, asegura. Algunos democristianos han secundado sus argumentos, mientras que otros alertan de poner en riesgo algo tan importante como la confianza entre médico y paciente. En este tema, las diferencias trascienden las fronteras partidarias.

El debate llega en un momento de shock para todo el país, lo que favorece que en algunos casos se olviden detalles básicos. Como el hecho de que la ley alemana ya establece que si un médico considera que un paciente supone un peligro para los demás puede —e incluso debe— comunicarlo a las autoridades; pero es el facultativo el que debe valorar si es necesario violar la confidencialidad para proteger la vida o la salud de otras personas.

Bárbara Schaedler, portavoz de Lufthansa, este miércoles. / REUTERS-LIVE

“Me parece muy peligroso iniciar un debate populista del que se extraigan conclusiones precipitadas. Obligar a un médico a informar a la empresa de los datos de un trabajador sería un ataque masivo a los derechos básicos del paciente”, subraya el presidente de los Colegios de Médicos de Alemania, Frank-Ulrich Montgomery. Los pilotos alemanes también se han manifestado en contra de relajar la confidencialidad. “Si no confío en mi médico, no le contaré ningún problema, porque tendré miedo de perder mi licencia”, asegura el presidente de la asociación de pilotos, Ilja Schulz. El Gobierno no planea por ahora ningún cambio en la normativa sobre secreto médico.

Es importante recordar que en el caso de Lubitz –como informó el lunes la Fiscalía de Düsseldorf– los médicos que le trataron últimamente no apreciaron rasgos de agresividad ni hacia sí mismo ni frente a terceros. Las tendencias suicidas fueron diagnosticadas años atrás, cuando el copiloto aún no había obtenido la licencia para volar.

Sí le firmaron una baja del 16 al 29 de marzo –es decir, incluyendo el día del siniestro– que nunca llegó a conocimiento de Germanwings, la empresa para la que trabajaba. Klaus Reinhardt, presidente de la Asociación de Médicos de Alemania, está en contra de restringir la confidencialidad entre médico y paciente, pero sí propone medidas para evitar riesgos en profesiones “con un gran potencial peligroso”. Reinhardt defiende que en algunos casos la baja médica —sin el diagnóstico— llegue directamente por medios electrónicos al empleador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario