Comenzaba la primavera de 1989 cuando Marta y yo visitamos una casa de acogida de pacientes que, en situación de coma traumático y con total dependencia en su vida. Allí fuimos como periodistas para conocer la "vida" de aquel muchacho que sólo tenía piel sobre sus huesos, tras una estancia en el Hospital General de Asturias, consecuencia del traumatismo craneoencefálico que le dejó en una habitación sin signos de conciencia de lo que le estaba pasando. Decíamos que estaba en "coma vegetativo" y todos los sanitarios de la Unidad de Enfermería A1, le llamaban por su nombre, Antonio. Y, allí, con una atención extrema, física y de amor, llegó el día que por mandato del gerente del hospital, le encontró una "cama" en el Centro de Acogida en el Alto de la Madera.
El día de partida de Antonio, todos sus amigos estábamos presentes. Tomamos un café con él . Y, todos le dimos un beso de despedida.
Pasadas unas semanas le pregunté a Marta si sabía algo de Antonio. Me respondió "no sé nada. Le pregunté donde era el Alto de la Madera y si sabía como era. Nunca estuve allí, me contestó mientras sus ojos verdes buscaban lugar en el suelo para esconder las lágrimas que de ellos brotaban.
La invité a tomar un café. Le propuse irnos juntos a verlo y a conocer lo que era aquello al que lo enviamos sin saber. Aceptó.
Como periodistas fuimos. Tras la entrevista con los trabajadores de aquella casa y la familia de la señora que le acompañaba en la habitación doble que ocupaban en silencio, nos despedimos de Antonio.
Ese fue el comienzo de un trabajo colaborativo entre los dos visitando todos los centros de acogida a los que enviábamos nuestros queridos amigos en coma vegetativo.
Comprendí cuanto amaba a mi profesión dejando constancia de las visitas narradas en dos libretas.
Ello motivó que era exigencia saber del paciente como ciudadano y no como paciente residente en el Hospital. La historia clínica, la documentación de mi relación con el paciente cambió a tener una relación causal con la persona/ciudadano. Tanto al ingreso, como durante la estancia y, sobremanera, al alta, el estudio del medio personal, familiar y social hecho por Marta, la Asistenta Social, y por mí, fueron determinantes en la asistencia médica -de la enfermedad, o lesión y de la vida. Nunca más asistí a enfermo alguno, sino a personas. Nunca más dejé a otros su integración familiar y social a través del trabajo.
Nunca más di "alta médica", nunca. Como mínimo las personas las entrevistaba -inadecuado término el de "revisión", por lo que cambié el término a "asistencia".
Toda persona tiene el derecho a ser asistida en su salud, o vida. Y, el fin de tal asistencia es procurar su trabajo que le hace pertenecer a una sociedad y no a una población.
Cuando el Estado Esclavista del Reino de España roba a quienes trabajan para pertenecer a la Sociedad de España, detrayendo de su "salario" para devolvérselo sin intereses, cuando su capacidad para proteger no se lo permita. Y, cuando llega el tiempo de devolverles lo que es suyo, se lo niega. Y, les hace trabajar para el Estado y no para la Sociedad, en condiciones de esclavismo con el fin de procurar su muerte y, con ello, quedarse con lo que es de ellos.
Digo que, algún día, no muy lejano, se matará a los capataces serviles de la Seguridad Social, denominados "inspectores" que, sin ninguna cualificación moral, se les aplicará la ordalías. Y, será gozo para mi, el ver tal espectáculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario