No leo a fulano porque no estoy de cuerdo con lo que dice.
Me descarría escuchar, que no solo oír, que sino se escucha a fulano se pueda estar a favor, indiferente o en contra de lo que no se ha escuchado.
No leo a fulano porque no tengo argumentos con los cuales rebatirle sus argumentos.
Probablemente sea estala expresión deseada por quien habla de fulano. Probablemente esta fina línea argumental señala que une, no que separa, a quien habla de aquel Del que habla. Si, probablemente sea esta "Del" y "fina" la que une (-, separa) y no relaciona (*, une, interacción a, o parlamenta entre el Receptor -siempre dispuesto a escuchar- y el Emisor -siempre dispuesto a responder con argumentos cohesionantes del discurso-).
He de decir que no escuché ni leí a Guido Craso para hacer esta nota, aunque sí leí a la abadesa del monasterio de Santa Catalina de Sorbs hablar de su sobrina. Es ello lo que me produjo gran ocupación por mi futuro y procuré esclarecer éste visitando el oráculo de Delphos.
Es deber y satisfacción el que me mueve a invitar a los Señores de la Tabla Redonda de la Unión Europea, a visitar este oráculo de Delphos pues les ayudaría a tener el conocimiento acerca del significado de Mediterráneo y, en particular, de Grecia, para, con ello, poderse agraciar en su particular galerna de los mares del Norte.
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