Democracia.
Robert Dahl
(Muere el 07-02-2014, a los 98 años)
Literalmente, democracia significa gobierno del pueblo. El término deriva del griego demokrati, acuñado a partir de demos (“pueblo”) y kratos (“gobierno”) a mediados del siglo V a.C. para denotar los sistemas políticos entonces existentes en algunas ciudades-Estado griegas, sobre todo Atenas.
I. Preguntas fundamentales
Los orígenes etimológicos del término democracia insinúan ciertos problemas urgentes que trascienden en mucho las cuestiones semánticas. Si ha de establecerse un gobierno del pueblo o por el pueblo –un gobierno “popular”–, desde el principio deben considerarse por lo menos cinco preguntas fundamentales, y casi con seguridad se plantearán dos más si la democracia continúa existiendo durante un período prolongado.
1. ¿Cuáleslaunidadoasociaciónadecuadaenlaquedeberíaestablecerse un gobierno democrático? ¿Un pueblo? ¿Una ciudad? ¿Un país? ¿Una sociedad comercial? ¿Una universidad? ¿Una organización internacional? ¿Todos ellos?
2. Dada una asociación adecuada –por ejemplo, una ciudad–, ¿quiénes de entre sus miembros deberían gozar de ciudadanía plena? En otras palabras, ¿qué personas deberían constituir el demos? ¿Todos los miembros de la asociación tienen derecho a participar en su gobierno? Suponiendo que no debería permitirse participar a los niños (en estocoincidirá la mayoría de los adultos), ¿debería el demos incluir a todos los adultos? Si incluye únicamente a un subconjunto de la población adulta, ¿cuán pequeño puede ser el subconjunto para que la asociación no deje de ser una democracia y se torne en algo diferente, como una aristocracia (el gobierno de los mejores, aristos) o una oligarquía (el gobierno de unos pocos, oligos)?
3. Asumiendo que existe una asociación apropiada y un demos adecuado, ¿cómo han de gobernar los ciudadanos? ¿Qué organizaciones o instituciones políticas necesitarán? ¿Diferirán estas instituciones en los diferentes tipos de asociaciones –por ejemplo, un pueblo pequeño o un país extenso–?
4. Cuando los ciudadanos estén divididos en torno a alguna cuestión, como sucederá con frecuencia, ¿qué opiniones deberían prevalecer, y en qué circunstancias? ¿Debería prevalecer siempre la mayoría o, en ocasiones, las minorías deberían estar facultadas para bloquear o im- ponerse sobre el gobierno de la mayoría?
5. Si lo común es que prevalezca una mayoría, ¿qué habrá de constituir una mayoría adecuada? ¿Una mayoría de todos los ciudadanos? ¿Una mayoría de los votantes? Una mayoría adecuada, ¿debería comprender a grupos o asociaciones de ciudadanos, como por ejemplo, grupos hereditarios o asociaciones territoriales, o a ciudadanos individuales?
6. Estas preguntas presuponen una respuesta adecuada a una sexta pre- gunta, aún más importante: ¿por qué debería regir “el pueblo”? ¿Acaso la democracia es realmente mejor que la aristocracia o la monarquía? Tal vez, como sostiene Platón en su República, el mejor gobierno sería aquel liderado por una minoría de las personas mejor calificadas –una aristocracia de “reyes filósofos”–. ¿Qué razones podrían darse para demostrar que la visión de Platón es errónea?
7. Ninguna asociación podría mantener durante mucho tiempo un gobierno democrático si una mayoría del demos –o una mayoría del gobierno– creyera que existe alguna otra forma de gobierno mejor. Entonces, una condición mínima para la existencia continuada de una democracia radica en que una proporción substancial tanto del demos como del liderazgo crea que el gobierno popular es mejor que cualquier alter- nativa factible. ¿Qué condiciones, además de ésta, favorecen la persistencia de la democracia? ¿Qué condiciones la perjudican? ¿Qué hace que algunas democracias hayan logrado perdurar, incluso a través de períodos de crisis severas, mientras tantas otras han colapsado?
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