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9 feb 2014

Lumen. Fidei.



Papa Francisco


2. Sin embargo, al hablar de la fe como luz, podemos oír la objeción de muchos contempo- ráneos nuestros. En la época moderna se ha pen- sado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre adulto, ufano de su ra- zón, ávido de explorar el futuro de una nueva forma. En este sentido, la fe se veía como una luz ilusoria, que impedía al hombre seguir la au- dacia del saber. El joven Nietzsche invitaba a su hermana Elisabeth a arriesgarse, a «emprender nuevos caminos... con la inseguridad de quien procede autónomamente». Y añadía: «Aquí se dividen los caminos del hombre; si quieres alcan- zar paz en el alma y felicidad, cree; pero si quie- res ser discípulo de la verdad, indaga».3 Con lo que creer sería lo contrario de buscar. A partir de aquí, Nietzsche critica al cristianismo por haber rebajado la existencia humana, quitando novedad y aventura a la vida. La fe sería entonces como un espejismo que nos impide avanzar como hom- bres libres hacia el futuro. 

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