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24 sept 2012

Pecador me confieso, descalzo llego a tí Señor, cubierto con una sencilla y pobre sábana.



Pecador me confieso, descalzo llego a tí Señor, cubierto con una sencilla y pobre sábana.
Pio IX, en 1864, publicó una lista de todos los errores con los que aquellos hombres convivían, alejados de la siempre vigilante Roma Vaticana Cristiana Católica, o Verdadera, nunca errada. Esa lista llevaba por encabezamiento para los hombres pecadores, no capaces de entenderse con Dios Trino en su lengua latina, "listado recopilatorio de los principales errores de nuestro tiempo". Y, para los capaces de entenderse con Dios Trino en su lengua "Syllabus complectens praecipuos nostrae aetatis errores".

Al llegar a casa, iniciado el curso de 1958, oí campanas repicar desbocadas. Era ya de noche cuando me apee del tren. No sabia que estaba pasando y sentí temor por lo que podía encontrarme al llegar a casa, pués nunca había oído sonar las campanas fuera de la hora del medio día y de aquellos dias de fiesta que "había de guardar".

Cuando llegué a casa solo estaba en ella el abuelo. Parece ser que mis padres estaban en Oviedo "haciendo cosas", según me refirió.

Creo que no le pregunté por lo del campanario, pués pronto me sentó frente a él debajo de la escalera y con la leña aún sin prender, comenzó a explicar el porqué de aquel ruido.

Era uso en la casa hacer repicar las campanas las veinticuatro horas que seguían a la muerte de un Papa. En este caso era Pío XII.

Me habló de la mortaja franciscana que todo hombre de la familia debería llevar en la salida de este Mundo. Bueno, años más tarde sí la ví en él. 

También le dije a mis hijas, no hace mucho, que cuando me echen al camino que me amortajen franciscano y descalzo, con los brazos pegados al cuerpo, las manos abiertas al frente y los ojos bien abiertos. Yo no le pregunté porqué, mis hijas si lo hicieron y les dije que siempre he mirado al frente, nunca he retrocedido ni he evitado a nadie, pués de nadie temo acción alguna, ni tampoco nadie ha de temer de mi acción alguna contraria a su vida, ni a su bienestar.

En fin, me dijo espera y se subió dos peldaños para bajarme una especie de legajo de donde sacó una obra escrita en latín y que aún hoy conservo. Lleva por título "Syllabus complectens praecipuos nostrae aetatis errores". Cuando puedas léetela. Pausó, frunció el labio superior y con la mano izquierda acarició su bigote. Pausó nuevamente y se levantó del sillón donde se había sentado al borde del mismo, para coger un libro de bolsillo, brillante en sus pastas que se revolvían sobre sí mismas. Con la mano izquierdo golpeó la torcida pasta y me dijo: "y este también. Ese habla de cosas de Dios y este de hombres. A mi me gusta más este"

Era Maigret que ya leía yo, pués él tenía unas cuantas novelas que me apasionaron. También digo que desde entonces no he vuelto a leer a Maigrt. Leí a Ágata, ya que mi esposa Francisca es devota lectora de ella y en la casa siempre ha tenido. Pero, en verdad, la novela no es de mi interés.

Bueno, todo esto para anotar que leyendo ayer la prensa y, concretamente, la n-ésima corrección de la legislación aprobada en el Congreso de los Diputados y errada, según este Ejecutivo y este Partido Popular, me hizo pensar que nos ahorraríamos muchos "desesperos" si el Ejecutivo  elaborara un Syllabus Errorum del Congreso de los Diputados en tiempos de Ejecutivo Socialista, solo, porque no hay mención alguna a errores en la época de Ejecutivo Popular, ni tan siquiera la Ley del Suelo, polvo de este lodazal en el que nos encontramos y que con la llegada del Invierno, se acrcentará con la ausencia de financiación de los Ayuntamientos, hoy basada en la Construcción y Obras.

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