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27 sept 2012

Rebeldía juvenil.

Artur Mas , no sabrá, probablemente, que "la vida y la novela son una ilusión, la ilusión de encontrarse uno a sí mismo" , como Ramón Gómez de la Serna opinaba en  "El hombre perdido". Probablemente, tampoco habrà escuchado a Onetti llamarlo, Brausen en La vida breve (Onetti) y hacerle decir de su Santa María: «Ahora la ciudad es mía, junto con el río y la balsa que atraca en la siesta».

Tampoco me ha escuchado  a mi, Augusto Pérez, contarle lo que pasé con mi padre Miguel en tiempos que no sabía cómo hacer para que considerase mis opiniones y pareceres. Momentos en los que le escuchaba decir a mi madre "no te preocupes, son cosas de rebeldía juvenil" , como luego dejó como legado escrito en Nivola (Unamuno).

Ayer,al hablar con Ana, aprecié que dentro de sus ojos, de su mirada, había otra.  En la mesa de al lado estaban con nosotros  personas participando de la conversación, que le susurraban sin que yo pudiera saber qué. Me preocupó e impaciente Me acerqué ara escuchar sin que se apreciara. De pié e inclinado a la izquierda, mientras sostenía la paleta repleta de colores, senas pude dar unas pinceladas. Ni siquiera era grotesca la escena, me volví a sentar. Nos fuimos, yo intranquilo llegué a casa preocupado, no alcanzaba a ver el final.

Recordé quienes me ayudaron en otras muchas ocasiones. A diferentes anaqueles acudí, con mis nudillos llamé a su puerta: Unamuno, Onetti, Dante. Ydentro de mi, en el anaquel de mis años más joven, con la empuñadura del bastón que forma parte y me proporciona la postura desde que semerompiólacolumna, golpeé con fuerza. Se abrió y firme me aparecí, me pregunté porqué. Me tomép or donde todo Hombre dice llamarse Memoria. Mientras me apoyaba en mi mano izquierda, con la derecha atusé suavemente y de derecha a izquierda pasé año a año mi edad ya contenida en pastas duras con lomo azul y en él, amarillas letras pegadas unas a otras con orden y en las que se puede leer Augusto Perdido, no Pérez. Apenas cubiertas con polvo fino que mi pulgar derecho apartó apretándose contra la piel fina del lomo ya cansado que solo ansía descansar sin atril en sus piés y cubierto con sábana blanca que disimule su carencia de carnes, de aquellas que un día le hicieron ser reconocido entre los hombres, como hombre entre los hombres y no un personaje en la ficción de la vida creada por José Manuel, el Padre, sí con mayúsculas como Creador que ha sido y Es. ¿Cómo digo Padre a los demás quién eres?. Si, te entiendo, les dirás que tú eres EL, el que viene de ÉL.


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