Las notas hechas estos días últimos (médicas, jurídicas y biográficas) se pueden comprender con textos como el que sigue.
"El principio de Carnot.- Comencemos por el principio de Carnot. Es el único que no se presenta como una consecuencia inmediata del principio de las fuerzas centrales. Más aún, parece, si no contradecir directamente es hipótesis , por lo menos no conciliarse con ella sin un cierto esfuerzo. Si los fenómeno físicos fueran debidos exclusivamente a los movimientos de átomos cuyas atracciones mutuas no dependiesen más que de las distancias, parecería que todos esos fenómenos deberían ser reversibles; si todas las velocidades iniciales fueran invertidas, esos átomos, siempre sometidos a las mismas leyes, deberían recorrer sus trayectorias en sentido contrario, del mismo modo que la Tierra describiría, en sentido retrógrado, la misma órbita elíptica que describe en sentido directo, si las condiciones iniciales de su movimiento fueran invertidas. Según eso, si un fenómeno físico es posible, el fenómeno inverso debe serlo igualmente, y se debe poder remontar el curso del tiempo. Ahora bien, en la naturaleza eso no ocurre, y precisamente esto es lo que el principio de Carnot nos enseña; el calo puede pasar del cuerpo caliente al cuerpo frío y después es imposible hacerle tomar el camino inverso y restablecer las diferencias de temperatura que se han borrado. El movimiento puede ser integralmente disipado y transformado en calor por frotamiento; la transformación contraria no podrá hacerse nunca más que de una manera parcial.
Uno se ha esforzado en conciliar esta aparente contradicción: si el mundo tiende hacia la uniformidad es porque sus partes últimas, al principio desamejantes, tiendan a volverse cada vez menos diferentes; es porque moviéndose al azar terminan por mezclarse. Para un observador que distinguiera todos los elementos, la variedad siempre permanecerá tan grande; cada grano de este polvo conserva su originalidad y no se modela sobre sus vecinos, pero como la mezcla se vuelve cada vez más íntima, nuestros groseros sentidos no advierten más que la uniformidad. He ahí por qué, por ejemplo, las temperaturas tienden a nivelarse sin que sea posible volverse atrás"
El valor de la ciencia.
Henri Poincaré
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