Día 02/02/2014 - 01.57h
La editorial Impedimenta recupera «Querido Diego, te abraza Quiela», donde la premio Cervantes recreó la enfermiza relación del pintor mexicano con su primera mujer, Angelina Beloff
A mediados de los años 70, Elena Poniatowska (París, 1932) recibió el encargo de escribir el prólogo de dos libros de la novelista Lupe Marín, considerada por todo el mundo la primera mujer del pintor mexicanoDiego Rivera. Mientras se documentaba, Poniatowska descubrió «La fabulosa vida de Diego Rivera», biografía del muralista escrita porBertram Wolfe.
En ella, la escritora mexicana advirtió la presencia fascinante deAngelina Beloff, pintora exiliada rusa que, de hecho, fue la primera esposa de Diego Rivera y madre de su único hijo, Dieguito. El personaje atrapó a Poniatowska, que decidió escribir «Querido Diego, te abraza Quiela», un pequeño libro en el que recrea la enfermiza relación de Rivera y Beloff.
Publicada en México en 1978, la editorial Impedimenta recupera ahora en una nueva edición esta novela de la premio Cervantes 2013, considerada parte de su canon esencial y una de las obras más queridas por la escritora mexicana, que en abril visitará nuestro país para recibir el galardón más importante de las letras hispanas.
«Querido Diego, te abraza Quiela» se publicó en España hace casi 30 años, pero pasó desapercibido. En México, en cambio, fue un auténtico escándalo a finales de lo 70, pues Poniatowska se «atrevió» a desenmascarar al verdadero Diego Rivera, en aquel momento héroe de la progresía y de la intelectualidad izquierdista. «Este libro le retrata como un monstruo sin alma», explica el editor Enrique Redel.
Una novela femenina
La «novelita» está formada por doce cartas (todas inventadas por Poniatowska salvo la última, publicada originalmente en el mencionado libro de Bertram Wolfe) que Angelina Beloff envió a Diego Riveraentre 1921 y 1922. Ella se encontraba en París, donde el pintor la había dejado abandonada tras más de diez años de convivencia y un hijo en común para regresar a México, donde conocería a Lupe Marín y a Frida Kahlo.
«El libro retrata a Diego Rivera como un monstruo sin alma»
Esa mujer retratada por la premio Cervantes está ciega de amor. La pasión que siente hacia Diego Rivera, quien eclipsó su obra y amargó su vida (Beloff era una artista de talento, pero la estela del muralista era demasiado ancha), determina cada instante de su vida diaria, aún más solitaria y triste por la pérdida de su hijo Dieguito cuando solo tenía 14 meses. «Siento que también yo podría borrarme con facilidad», le escribe el 19 de octubre. En esa misma carta se despide preocupada por la salud de su todavía marido y se disculpa por su flaqueza emocional: «Sé fuerte como lo has sido y perdona la debilidad de tu mujer».
Recuerdo del hijo perdido
El recuerdo del hijo perdido es casi tan intenso como la melancolía por la ausencia de Rivera en su vida. «Imaginaba yo a Dieguito asoleándose, a Dieguito sobre tus piernas, a Dieguito frente al mar», le cuenta el 7 de noviembre. «Te amo, Diego, ahora mismo siento un dolor casi insoportable en el pecho. En la calle, así me ha sucedido, me golpea tu recuerdo y ya no puedo caminar y algo me duele tanto que tengo que recargarme contra la pared», escribe con pesar y abatimiento. Una semana después y aún sin respuesta de Rivera (nunca contestaría a ninguna de las cartas), Quiela se confiesa desesperada: «Hoy como nunca te extraño y te deseo, Diego, tu gran corpachón llenaba todo el estudio».
Años después, en México, el pintor pasó junto a ella y no la reconoció
Quiela y la pintura
La vida continúa sin Diego (ni Dieguito) y Quiela trata de recuperar el pulso a su oficio, rodeada de amigos como Juan Gris, Picasso o María Blanchard (gracias a ella conoció a Rivera, en un viaje a Bruselas en 1909) en el parisino barrio de Montparnasse. Reconoce entonces que «estaba como drogada, ocupabas todos mis pensamientos, tenía un miedo espantoso de defraudarte», pero ahora ha perdido «también mi posibilidad creadora; ya no sé pintar, ya no quiero pintar». Y le pide, desesperada, que sea por fin sincero con ella: «¿Me quieres, Diego? Es doloroso, sí, pero indispensable saberlo». El silencio es toda su respuesta. Las cartas continúan hasta el 22 de julio de 1922, día en el que está fechada la única misiva auténtica del libro. La posdata lo dice todo: «¿Qué opinas de mis grabados?».
En 1932, Angelina Beloff logra viajar a México, donde se estableció (su amor hacia Diego Rivera y su condición de expatriada hacían que se sintiera mexicana de alma y corazón) hasta su muerte a los 90 años, en 1969. Como explica Poniatowska en una nota al final del libro, Quiela «no buscó a Diego, no quería molestarlo». Un día se encontraron casualmente en un concierto en el Bellas Artes. Diego pasó junto a ella, pero no la reconoció. No es extraño, por tanto que, como explica Redel, estemos ante «uno de los libros preferidos de Elena, de los que siempre la acompañan, en el que habla de manera más íntima».
19 DE OCTUBRE DE 1921
En el estudio todo ha quedado igual, querido Diego, tus pinceles se yerguen en el vaso, muy limpios, como a ti te gusta. Atesoro hasta el más mínimo papel en que has trazado una línea. En la mañana, como si estuvieras presente, me siento a preparar las ilustraciones para Floreal. He abandonado las formas geométricas y me encuentro bien haciendo paisajes un tanto dolientes y grises, borrosos y solitarios. Siento que también yo podría borrarme con facilidad. Cuando se publique te enviaré la revista. Veo a tus amigos, sobre todo a Élie Faure que lamenta tu silencio. Te extraña, dice que París sin ti está vacío. Si él dice eso, imagínate lo que diré yo. Mi español avanza a pasos agigantados y para que lo compruebes adjunto esta fotografía en la que escribí especialmente para ti: «Tu mujer te manda muchos besos con esta, querido Diego. Recibe esta fotografía hasta que nos veamos. No salió muy bien, pero en ella y en la anterior tendrás algo de mí. Sé fuerte como lo has sido y perdona la debilidad de tu mujer».
Te besa una vez más
Quiela.
COMPARTIR
EN VÍDEO
EN IMÁGENES
- BÚSQUEDAS RELACIONADAS
PUBLICIDAD
Comentarios:
No hay comentarios:
Publicar un comentario