¿Se ha de decir a la Persona que se va a morir?
Nunca se ha de decir. Nunca la Persona muere, nunca.
El decirlo sólo tiene un propósito egoísta: para que se despida.
El que muere carnalmente, no muere en el espíritu de los demás.
El Individuo Humano que se comunica, o Persona, vive eternamente en los demás.
El Individuo Humano que no se comunica, no tiene vida más allá que la carnal suya.
El Individuo Humano que no se comunica, aquel que no es Persona, es aquel que le dice al que tiene cerca su muerte carnal que se va a morir en corto tiempo, que va a dejar de estar con los demás. Es aquel ser humano proto personal, perteneciente a las tres subespecies no comunicativas. Aquel que vive como Individuo y no como Colectivo Comunicativo.
El Evangelio de Juan habla de la despedida de Jesús a sus discípulos y lo hace compartiendo los alimentos, la Vida, comiendo, en la llamada Última Cena.
Jesús habla del fin de su vida carnal y con ella la llegada del Espíritu Santo, del Verbo, de la Palabra Transmitida. Habla de como la Persona vive entre los Suyos.
La Memoria es la Vida Hablada, Transmitida del que ha muerto carnalmente.
Aquellos que niegan el HACER MEMORIA DE LOS SUYOS, no son PERSONAS, sino protopersonas.
Aquellos que OBLIGAN A DESPEDIRSE, no son Personas, sino protopersonas por no tener PALABRA CON LOS DE SU SUBESPECIE HUMANA.
Si la Persona No Se Marcha, no puede Despedirse.
Decirle a la Persona que se va a morir, es un contrasentido. La Persona, por su naturaleza comunicativa, por tener la Palabra como epidermis, no muere.
Si no muere, no vive, si no nace. La Persona es un Concepto, es concebida por sus padres, por la Luz Verde resultante de la intersección del Amarillo con el Azul Elegido de entre aquellos Azules Pretendientes.
Un Verde, un Hijo, no puede decir a su Amarillo y Azul que se van a morir. Si mueren los Padres, el Hijo no tiene sentido.
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