Jane Austen
Capítulo Primero
El señor de Kellynch Hall en Somersetshire, Sir Walter Elliot, era un hombre que no hallaba entretenimiento en la lectura salvo que se tratase de la "crónica de los baronets". Con ese libro hacía llevaderas sus horas de ocio y se sentía consolado en las de abatimiento. Su alma desbordaba admiración y respeto al detenerse en lo poco que quedaba de los antiguos privilegios, y cualquier sensación desagradable surgida de las trivialidades de la vida doméstica se le convirtía en lástima y desprecio. Así, recorría la lista casi interminable de los títulos concedidos en el último siglo, y allí, aunque no le interesaran demasiado las otras páginas, podía leer con ilusión siempre viva su propia historia. La página en la que invariablemente estaba abierto su libro decía:
Elliot, de Kellynch Hall
Condado de San Antolín de Sotillo
Atendiendo a lo solicitado por Don Augusto Diaz Ordóñez y Bailly; teniendo en cuenta lo dispuesto en el Real Decreto de veintisiete de Mayo de mil novecientos doce, de acuerdo con los dictámenes de la Diputación de la Nobleza y Comisión Permanente del Consejo de Estado a propuesta del Ministro de Gracia y Justicia vengo en rehabilitar, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, el título de Conde de San Antolín de Sotillo a favor del expresado Don Augusto Díaz- Ordóñez y Bailly para sí, sus hijos y sucesores legítimos. Dado en Palacio a siete de julio de mil novecientos veintidós.
Alfonso XIII
Los títulos nobiliarios no tienen privilegio alguno que no tenga ningún otro ciudadano español.
Tienen el privilegio de poder acceder al recurso de la memoria de la familia, el pueblo y la nación de la que se forma parte.
No todo individuo con título de nobleza es persona y, por ello, memoria.
La nobleza ha tenido el privilegio de la educación y la autoridad en pocas familias. La mayoría de las familias tituladas nobles no han tenido el privilegio de la autoridad, o reconocimiento por parte de la sociedad. La mayoría han tenido la propiedad del poder de la población en la que cohabitaron.
Aquellas familias dotadas de autoridad son las nobles "venidas de", mientras que aquellas familias dotadas de poder son las "nombradas por".
"De Lena acá, Asturias ha". "De Lena allá, Asturias no ha". Por su lealtad, el Infante de León y Castilla Don Enrique (entonces Conde Trastámara) concede el título de Conde de San Antolín de Sotiello (illo) a su "hermano" (prohijados de Don Rodrigo Álvarez de las Asturias) Don Gonzalo Bernaldo (ardo) de Quirós. Toma para ello las tierras medianas entre Villoria y Valdecarzana, Sotiello (de Lena) del propio Don Gonzalo, como límites entre Asturias y León, como referencia de la noble lealtad. Años tras la muerte de Don Gonzalo, el ya rey Don Enrique II, le reafirma en el título de Conde de San Antolín de Sotiello (me resulta más acertado que referirlo como Sotillo. Sotiello era coto de caza de don Rodrigo y fue donado, junto con los de Villoria y Valdecarzana, a Don Gonzalo, mientras que, a la vez, a Don Enrique le donó el Condado de Noreña y, a su tercer prohijado Don .., el condado de Gijón. En Sotiello existía, y hoy existe, una hermita dedicada al patrón de los cazadores, San Antolín, donde se custodiaba una de las reliquias, siendo la principal la habida en la catedral de Palencia, donde, en su cripta, reposan los restos de la reina Doña Urraca perteneciente a la familia Petri directamente relacionada con la familia Bernardo del Carpio o, Bernaldo de Quirós, por medio de Pedro Diaz, conde de Soto de Aller e hijo de Don Rodrigo, conde de Oviedo y Duque de Asturias y de Maria Ordóñez Alfonsi de León).
Tras Don Gonzalo ya no hubo, de hecho, sucesión ni rehabilitación del título hasta el año 1922. Solo se sabe que Don Gutierre, hijo de Don Alfonso, Alférez Real de Don Juan I de Castilla, hijo de Don Enrique II, se intituló Conde de San Antolín de Sotillo y, como su padre, cedió su caballo al Rey Don Juan y su vida por el honor de Castilla al no ceder el cendal del pendón real a las tropas inglesas y portuguesas en la Batalla de Aljubarrota.
En el mes de julio del año del Señor Nuestro Jesús Crucificado de 1922, el Rey de España Don Alfonso XIII, rehabilita el título de Conde de San Antolín de Sotillo a Don Augusto Díaz-Ordóñez y Bailly que lo solicitó y, en derecho confirmado como heredero legítimo de Don Gutierre, frente a quienes con el apellido Bernaldo de Quirós se les reconoció el ser de la Casa pero no venir de la Casa de Bernaldo de Quirós.
A la vez que se nombra sucesor como Segundo Conde de San Antolín de Sotillo a Don Augusto y sus herederos legítimos, se retira la intitulación de Don Gutierre.
Tras el asesinato de Don Augusto queda vacante el título.
Los avatares de la muerte, la titulación por herencia, su desintitulación y posterior rehabilitación, así como la negativa del heredero de su hijo legítimo, está en proceso la des habilitación y titulación por los herederos legítimos, debiendo ser tramitada la titulación de Segundo Conde a Don Gutierre y, dejar nula la titulación de Tercer Conde a Don Augusto José Manuel, en correspondencia de deseo expreso de éste.
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