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21 oct 2014

La muerte digna de Brittany



La vida de una persona comienza en dos "centros" ("directores de ondas") distantes en el espacio y el tiempo. Cuando ambos centros interaccionan lo hacen en un "punto" ("crítico" inestable) al que nombramos "nacimiento" ("umbral mínimo" -observable). En este "punto crítico inestable" se inicia el "subciclo parente" (u observable -por los sentidos).

La vida de un individuo comienza en el "punto crítico inestable" y termina en el "punto crítico estable" al que nombramos "muerte" ("umbral máximo" -observable).

La vida de una persona no termina como lo hace la del individuo, sino que, en ese punto donde muere el individuo se continúa con el nacimiento del "subciclo latente" (observable con la razón "mítica", o "histórica"). El conjunto de los Subciclo aparentes de las personas se le nombra como "cultura", cuyo cultivador y recolector es el "campesino", o "titán".


La persona no tiene capacidad para decidir sus centros directores de ondas, ni sus puntos críticos. Si tiene este poder el conjunto de personas, nombrado "sociedad".

El individuo no tiene capacidad para decidir sus centros directores de ondas, ni sus puntos críticos. No tiene este poder el conjunto de individuos, nombrado "población".

Sólo la"sociedad" es "campesina", constituida por personas con una propiedad singular, nombrada como "razón" y, al trabajo que realiza la razón es nombrado "libertad".

No todas las subespecies humanas gozan de la propiedad "libertad". Las subespecies "no personas", aquellas que no han adquirido la "palabra" como medio para relacionarse entre sí, y constituirse en sociedad, se mantienen alejadas del "centro director de la evolución", alejadas del punto donde nace la onda evolutiva, o de adaptación al medio. Siempre depredador de sus aspiraciones diferenciadoras del "caldo de cultivo" de la vida.

En mis años veinte de la aparición del Subciclo aparente, años mil sesenta de la aparición del Subciclo aparente de Jusus Crucificafo, la razón me condujo a intuir que mi naturaleza era de la subespecie humana persona o, más bien, que mi subespecie se acercaba al estado noble de persona, de campesino "de los humanos", de gozar de la propiedad "libre" por cuanto cultivaba, educaba, la tierra de la cual hacer posible mi existencia. En aquella década me educaba para ser libre, incluso me eduqué en documentación e historia con el fin de prolongar indefinidamente la libertad que iba adquiriendo, más allá de mi ciclo vital observable por los demás personas con las que constituía tan precaria, pero que intuía de dimensión no determinable, libertad.

Hoy, cercano a consumir el carburante, los diezmos, que mi Padre me confió para hacer largo y fructífero mi caminar no errante. Cuando ya aprecio consumida mi epidermis, arrugada, sin elasticidad, o potencia para seguir mi apariencia ante mis compañeros de viaje. Digo, es mi deseo que esta vida de los frutos que alimenten a mis hijas, campesinas, sembradoras y no sólo recolectoras. ¡Cuanto deseó ver crecer el tallo verde de las plantas sembradas por mis hijas!

Cuando soy sabedor de la noticia que ahora pego, me alegro de quienes tienen capacidad para decidir cuando cortar la mies. Sólo me cabe decir: Brittany que el trigo cosechado te sea útil para el largo camino del invierno. Se que no sabes de mi, pero o importa, has de saber que me tienes aquí en este descanso del camino que tu pretender iniciar. 

Por sí te es útil tediré que toda muerte de una persona es digna, cuando es libre. Tu manifiestas ser libre y, por ello, tu muerte aparente es digna. Tu vida latente será noble, pues estás en la memoria.

El viaje de Brittany Maynard hacia una muerte digna

Tras conocer que tiene cáncer incurable, una mujer de 29 años anuncia la fecha en que se va a quitar la vida y despierta el debate sobre el suicidio asistido en EE UU

Elpaís, Pablo Ximénez de Sandoval LÁ, 20-10-2014
  • Una mujer de California llamada Brittany Maynard va a morir el próximo 1 de noviembre a los 29 años de edad. Así lo ha decidido ella misma, tras conocer a principios de este año que tiene un cáncer incurable en el cerebro. Antes quería tener hijos. Ahora su único proyecto es llegar en buen estado a celebrar el cumpleaños de su marido, a finales de este mes. Si puede, viajará a ver el Gran Cañón. Después, en su dormitorio y rodeada de su familia, se quitará la vida bajo supervisión médica. Todo esto lo ha contado en televisión y en un vídeo viral a una audiencia boquiabierta.

    Para poder morir con sus propias reglas, sin padecer los cuidados paliativos del cáncer hasta el final, ha tenido que mudarse de Oakland, en California, a Portland, en el estado vecino de Oregón, donde existe una ley de muerte digna. Allí, un médico puede prescribir los medicamentos necesarios para poner fin a su vida sin sufrimiento. El caso empezó a circular cuando Maynard accedió a participar en una campaña para promover este tipo de leyes en todos los estados, y el vídeo en el que explica su decisión ha despertado el debate de costa a costa.

    Brittany Maynard se casó el año pasado y planeaba tener hijos pronto. Pero unos extraños y fuertes dolores de cabeza le estaban haciendo la vida imposible. El diagnóstico llegó el 1 de enero de este año. Tiene un tumor llamado gliobastoma multiforme, la forma más agresiva de cáncer en el cerebro. Los médicos dudan que pueda vivir un año más. Todo su proyecto de vida ha desaparecido. “Inmediatamente detuve todos mis planes. No puedo traer un niño al mundo sabiendo que no va a tener madre”, decía en una entrevista en NBC el pasado jueves. El tratamiento que ha recibido en este tiempo ha deformado su cara y apenas se reconoce en ella a la mujer de las fotos de boda que inundan la Red.

    Moriré en casa, en la cama que comparto con mi marido y me marcharé en paz, con la música que me gusta sonando de fondo

    En la web de la organización Compassion&Choices, la más importante de EE UU en la defensa del derecho a la muerte digna, recibe al visitante un formulario para enviar su apoyo a Maynard y decirle si te ha conmovido su historia. “No inicié esta campaña porque quisiera publicidad; de hecho, para mi es difícil de procesar. Lo hice porque quiero un mundo donde todos tengan acceso a una muerte digna, como yo. Mi viaje es más fácil gracias a esta decisión”.

    En el vídeo de la campaña, Maynard muestra los medicamentos con los que piensa acabar con su vida. Los lleva en el bolso "para cuando los necesite". Y relata con aplomo cómo ha planificado el momento de su muerte. "Espero estar rodeada por mi familia: mi marido, mi madre, mi padrastro y mi mejor amiga, que es médico. Moriré en casa, en la cama que comparto con mi marido y me marcharé en paz, con la música que me gusta sonando de fondo".

    Compassion&Choices y Brittany Maynard están intentando que el caso sirva de punta de lanza para extender por EE UU leyes de muerte digna que, por ahora, solo existen en Oregón, Washington, Montana, Nuevo México y Vermont. La familia de Maynard ha hecho un importante esfuerzo para poder cumplir su deseo, como explica ella en un artículo en CNN. "Instalarme en Oregón para poder hacer uso de la ley exigió cambios monumentales. Tuve que encontrar nuevos médicos, establecer mi residencia en Portland, buscar una casa, sacarme un carnet de conducir nuevo, cambiar mi registro de votación, buscar quién se hiciera cargo de mis mascotas, y mi marido Dan tuvo que tomar una excedencia de su trabajo. La gran mayoría de las familias no tienen la flexibilidad, los recursos y el tiempo para hacer estos cambios".

    Las encuestas muestran un amplio apoyo al suicidio asistido, pero dependiendo de cómo se plantee

    El suicidio asistido es un debate que está lejos de ser central en EE UU, pero cuando a los estadounidenses se les pregunta directamente, parecen estar a favor de la elección personal. Una encuesta de Gallup publicada el año pasado revela un amplio apoyo al suicidio asistido, aunque la propia empresa de encuestas advertía de que depende de cómo se presente al público. Si se presenta como "acabar con la vida del paciente por medios no dolorosos", el 70% está a favor. Pero si se pregunta por "ayudar al paciente a suicidarse", la cifra baja al 51%, aunque se esté hablando de lo mismo. Otra reciente encuesta de Pew Research Center revela un apoyo del 66% a la idea de que hay circunstancias en las que a un paciente se le debe permitir morir.

    En Oregón el año pasado 122 personas recibieron los medicamentos para acabar con su vida dentro de la ley de suicidio asistido y 71 de ellas los utilizaron, según datos oficiales. El 97% de ellos murieron en su casa. Las cifras se han multipicado por cinco desde que la ley se puso en marcha en 1997. Las tres causas más citadas para pedir los medicamentos de muerte digna, según su definición oficial, son pérdida de autonomía; pérdida de capacidad para participar en actividades que permiten disfrutar de la vida; y pérdida de dignidad.

    En el vecino estado de Washington (noroeste), el año pasado murieron 173 personas legalmente asistidas por médicos. El 77% de ellas tenían cáncer, según los datos oficiales.

    La revista The Economist ha aprovechado el tema para retomar su apoyo al derecho a la muerte digna. "El efecto más importante del derecho a morir es restituir cierta sensación de control cuando se enfrenta una incertidumbre dolorosa, costosa y a menudo trágica", decía en un artículo sobre Maynard esta semana.

    En una entrevista emitida en CBS el pasado día 15, Maynard volvía a emocionar a la audiencia, que espera el desenlace en apenas diez días: “Todo el mundo está haciendo un gran esfuerzo para que yo no sufra. Y yo tampoco quiero que ellos sufran, porque verme morir durante mucho tiempo en un hospital sería demoledor, no solo para mi sino para todos”.

    Las formas de la eutanasia

    EMILIO DE BENITO

    Los avances médicos y éticos han cambiado y complicado entender los términos que se mezclan al hablar de muerte diga. Este concepto ha sustituido al inicial de eutanasia (buena muerte en griego), pero según países y legislaciones tiene distintos conceptos.
    Suicidio médicamente asistido. Es la modalidad que ha elegido Brittany Maynard: un médico le facilita la combinación de fármacos que le causarán la muerte, pero tiene que tomarlos el afectado. En Europa se permite en Suiza por medio de un vacío legal. En España esta práctica, entendida como cooperación necesaria con el suicidio de una manera general, no en enfermos terminales, tiene de una manera genérica un castigo, según el Código Penal, de dos a cinco años de prisión. Pero la legislación española establece que si hay “petición expresa, seria e inequívoca” de un enfermo con “una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar” la condena será “uno o dos grados” menos.
    Eutanasia propiamente dicha. En este caso, el médico aplica la combinación letal con el fin de acabar con la vida de un enfermo terminal. El afectado puede estar inconsciente si ha dejado establecido claramente antes, cuando estaba en plenas facultades mentales, que esa era su voluntad. En Europa solo lo permiten Holanda, Bélgica y Luxemburgo.
    Sedación terminal. Esta práctica es legal en todos los países occidentales y se basa en la idea de que ante el sufrimiento de un enfermo terminal, lo que importa es aliviarle el dolor u otros síntomas, y ello debe hacerse incluso aunque la medicación usada pueda tener como efecto secundario que acorte su vida. Necesita el consentimiento del paciente, y, básicamente, se diferencia de una eutanasia en el objetivo de la intervención médica. En la sedación es quitar el dolor u otros síntomas. En la eutanasia se busca directamente la muerte.

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