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21 abr 2015

El Niño que mata es un niño educado en la no racionalidad, en elsometerse all dominio de "su señor"


No existe una "Historia Social, o judicial" con el fin de tener un control sobre la "condena" que se le haya puesto al condenado.

Existe una "pseudo Historia Médica" pues no tiene el fin de control sobre el "tratamiento" que se le haya puesto al paciente.

En ninguno de los dos casos se tiene "conciencia", o "plan"; es decir, le estructura sanitaria y judicial responde a criterios sociales, o personales, sino que lo hace a criterios poblacionales, o individuales.

¡Aún no se han cumplido los siete años de edad para bautizar al individuo, para darle la bienvenida a la sociedad!. Y, no podré vivir mi confirmación, o aceptación de pertenecer a esta sociedad.

El Niño que asesinó a su profesor, probablemente haya sido bautizado pero, lo que es cierto es que no  se ha confirmado, o aceptado el pertenecer a esta sociedad.

La "educación como ciudadano, como persona" no la ha tenido como le prometió la sociedad al bautizarle como "escolar" y como lo hizo su familia al nacer. 

Recordemos que en esta población, constitucional desde 1978, el bautizo es darle la bienvenida a ella y, por ello, es reconocerlo como persona a él y, a la població como sociedad; es decir, reconocer en él la propiedad de la conciencia hablada y, en la población, la propiedad de la conciencia parlamentada.

El bautismo en un individuo es la negación de la consciencia, de crear su futuro. No hay futuro, este viene determinado por un "ser no humano" que le doblega, que le considera incapaz de adquirir la propiedad de la razón, de la conciencia, de ser "creador de su futuro"











El sospechoso de matar a cinco personas estaba en busca y captura

El casero de Majadahonda tenía que ingresar hace dos meses en un centro psiquiátrico

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Guardias civiles de paisano trasladan al detenido tras el registro. / CARLOS ROSILLO
El hombre que supuestamente está detrás de la desaparición de Adriana G., la inquilina de 55 años y de origen argentino, estaba en busca y captura para que ingresara en un centro hospitalario psiquiátrico, según confirmaron fuentes de la investigación. Este varón de 32 años y nacionalidad española también protagonizó un fortísimo altercado en la vivienda hace dos años por lo que tuvieron que intervenir agentes de la Guardia Civil del puesto de Majadahonda (70.400 habitantes) para reducirlo y llevárselo detenido, dada la agresividad con la que se enfrentó a los guardias.
Estos nuevos datos se conocen justo el día en el que los agentes de la Policía Judicial y especialistas de Criminalística realizaron una segunda inspección al chalé, situado en el número 6 de la calle de la Sacedilla. El minucioso registro se prolongó durante casi ocho horas.

Perros para buscar restos biológicos

El número 6 de la calle de la Sacedilla, en Majadahonda, se convirtió ayer en un ir y venir de agentes, de periodistas y de curiosos. Guardias civiles vestidos con monos blancos en los que se podía leer en letras verdes “criminalística” no dejaban de entrar y salir de la vivienda.
Cuando se abría la puerta, tan solo se veía el salón a oscuras y una triste bombilla en medio. Las persianas permanecían bajadas para que no se pudiera atisbar el interior. Parecía, irónicamente, que se estaban cumpliendo las órdenes que daba el casero y supuesto autor de varias desapariciones a sus inquilinos de que no podían subirlas.
En el registro también participaron dos perros del Servicio Cinológico de la Guardia Civil, especializados en restos biológicos. Los canes y sus guías llegaron por la tarde y estuvieron fuera hasta que les requerieron los responsables de la investigación.
Los agentes también pidieron a los vecinos que les abrieran el acceso al garaje, cuya entrada es común. Los guardias dieron vueltas por todo el inmueble y entraron por la planta inferior. También les preguntaron a los residentes si tenían cuartos trasteros o tan solo aparcamientos privados. Los chalés son adosados y constan de dos plantas y sótano. En el piso de entrada están el salón, la cocina y un cuarto de baño. En la superior hay tres habitaciones y otro aseo.
La zona estuvo llena de periodistas, cámaras y curiosos hasta que se llevaron al detenido, a las 14.40.
Fuentes de la investigación relataron que el detenido, del que no ha trascendido todavía su nombre, tenía una requisitoria (una orden de búsqueda y captura) por parte de un juzgado de la región para que ingresara en un centro hospitalario psiquiátrico. La orden fue dada hace unos dos meses, pero la policía no pudo localizarlo. Esto ocurre cuando la persona cambia de domicilio o habita en uno diferente del que consta en el juzgado o en los archivos policiales. Pueden pasar así semanas e, incluso meses o años, en el caso de que el juez no insista en la averiguación de su actual domicilio y que se le detenga con carácter inmediato.
Los investigadores han informado desde el primer momento que el detenido, que se encuentra en prisión provisional comunicada y sin fianza, sufre problemas psiquiátricos y que ya ha estado ingresado por estos motivos. De hecho, algunas fuentes hablan de que puede sufrir brotes de esquizofrenia, pero este extremo no ha sido confirmado por algunas fuentes.
Otro incidente en el que estuvo implicado el casero de la mujer desaparecida ocurrió hace unos dos años, según fuentes de la investigación. Se inició por causas no esclarecidas una discusión con alguna de sus inquilinas. Fue la propia mujer la que llamó a la Guardia Civil. La comunicante dijo que se estaba produciendo un caso de violencia doméstica, pese a que los implicados (el casero y la inquilina) no estaban emparejados.
Cuando llegaron los agentes, se encontraron con el ahora detenido en actitud extremadamente violenta. Le pidieron que se calmara pero, en lugar de deponer su actitud, inició un fuerte enfrentamiento con los guardias civiles. Se avalanzó contra ellos y empezó a golperlos. Estos le tuvieron que reducir por la fuerza y se lo llevaron detenido acusado, entre otros delitos, de resistencia, desobediencia y atentado contra agente de la autoridad.

Una denuncia y cinco posibles casos

La Guardia Civil llama a la prudencia en la desaparición de la mujer de Majadahonda. Hasta el momento se centra en la denuncia presentada por el hermano de la víctima, Eduardo G., que viajó desde Argentina hasta Madrid al ver que su familiar no le contestaba a sus llamadas telefónicas.
Los agentes quieren cerrar este caso de Adriana G. para ver si hay más posibles víctimas del casero de Majadahonda. Entre ellas estaría su tía, que es la dueña del chalé cuyas habitaciones alquilaba.
Los investigadores hallaron en el garaje del chalé seis contratos de arrendamiento de antiguos inquilinos, de los que tres se han puesto en contacto con la Guardia Civil. El resto se encuentra en paradero desconocido. Una vez concluidas las pesquisas, se pondrán a estudiarlos.
El registro de ayer fue el segundo que la Guardia Civil realizó desde que se detuvo el pasado 8 de abril al casero en el chalé de Majadahonda. A las diez y media de la mañana, los agentes de Criminalística aparcaron dos furgonetas delante de la vivienda y abrieron un biombo para impedir que se viera parte de la vivienda desde el exterior. Poco antes de las once, llegó el detenido, que fue introducido en la vivienda con la cabeza tapada por una cazadora y custodiado por dos guardias civiles. Vestía chaqueta negra, pantalones vaqueros y una camisa roja.
En el registro estuvieron presentes también su abogado defensor, un letrado designado de oficio; la secretaria del Juzgado de Instrucción número 1 de Majadahonda y los especialistas de Criminalística. “Se ha mostrado muy frío y distante en todo momento. No ha colaborado en ningún nunca Se ha mantenido como si no fuera con él todo el asunto”, relataron fuentes de la investigación.
El letrado del arrestado declinó hacer declaraciones sobre el caso. Ni siquiera quiso que se conociera su nombre ni el de su cliente. Cuando salió el detenido a primera hora de la tarde, los vecinos que estaban asomados a sus balcones y en las terrazas empezaron a insultarle.
Los agentes le metieron entonces a la carrera en un coche camuflado color gris, que tuvieron que proteger de los periodistas y los cámaras. Estos lo rodearon y no dejaron de pegarle flashazos con la intención de sacar la cara del detenido. Este la tenía cubierto por una cazadora marrón.
El registro de ayer se centró en buscar restos biológicos, en especial manchas de sangre, que pudieran pertenecer a alguna de las posibles víctimas del casero. “También se valoran los gestos y los movimientos que hace el detenido durante el registro por si puede sacar algún detalle o prueba que permita avanzar la investigación”, añadieron las fuentes.
Además de la argentina desaparecida, la policía busca a la tía del arrestado y dueña del chalé, de la que no se sabe nada desde hace cuatro años, además de otros tres inquilinos de la vivienda. El detenido afirma que ingresó a su tía en una residencia de ancianos, pero que no recuerda dónde se halla el supuesto asilo donde reside.

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