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29 abr 2015

¿Puede cualquiera montar una ‘startup’?

¿Puede cualquiera montar una ‘startup’?

No basta con tener una buena idea. Estas nuevas empresas, de base tecnológica, necesitan perfiles técnicos en sus equipos


Un empleado de la 'startup' española Carto DB. / SAMUEL SÁNCHEZ

En España no existe un registro oficial de startups, empresas emergentes de base tecnológica. No se puede saber con exactitud cuántas hay, en qué sectores hacen negocio o qué perfil tienen los emprendedores que les han dado vida. Lo más aproximado a la realidad son los datos que maneja la plataforma Startupxplore, la mayor comunidad de startups e inversores de España creada en 2014 por el ingeniero informático Javier Megías. Su proyecto ha consistido en crear el primer mapa con todas las startups sobre el territorio nacional. A cierre de marzo, esta web tenía registradas 2.185 compañías.

Sobre el perfil mayoritario de los impulsores de estas empresas, se sabe que entre el 85 y el 90% son hombres de entre 30 y 35 años; seis de cada diez son licenciados y dos de cada diez tienen un posgrado. ¿Qué se necesita para montar una startup? No basta con una buena idea. La principal diferencia respecto a una compañía tradicional es que para arrancar se requiere un equipo multidisciplinar integrado por, al menos, un profesional técnico (desde un ingeniero hasta un matemático).

“Hay que acabar con la creencia de que cualquiera puede montar una startup. Es muy complicado sacarlas adelante y ocho de cada diez fracasan. El perfil de los socios fundadores es esencial”, asegura Javier Capapé, manager de Start Up Spain, una plataforma impulsada por ESADE para promover la cultura emprendedora. Capapé toma como referencia la cuna de los negocios de alta tecnología; Silicon Valley, al norte del estado de California (EE UU). Allí, en el 80% de las startups al menos uno de los miembros fundadores es ingeniero, según el informe Startup Ecosystem Report 2012 de Telefónica. Este documento señala que el 90% de los que las montan son hombres con una media de edad de 34 años. Por cada emprendedor graduado, hay dos y medio con máster o doctorado. El 56% de ellos ha emprendido más de una vez.

Aunque no existe la startup ideal, Capapé defiende que lo idóneo es un equipo formado por al menos un ingeniero y un consultor estratégico, con lo que quedarían cubiertos tanto el desarrollo tecnológico como el comercial y financiero.

María Benjumea, fundadora de Spain Startup, entidad organizadora de The South Summit, el mayor evento nacional para startups, inversores e instituciones, también defiende que el equipo es determinante. “No existe un gen del buen emprendedor. Tampoco el personalismo; esto no va de a quién se le ha ocurrido la idea, sino de fusión de talento”, asegura. A ella le gusta definir las startups como proyectos innovadores, no necesariamente ligados al campo de las tecnologías. “El planteamiento puede estar relacionado con cualquier negocio tradicional, lo que cambia son los equipos que los gestionan. Es imprescindible el uso de la tecnología como plataforma de difusión, y para ellos es necesario fichar a perfiles técnicos”.

El ecositema de startups en España está en plena ebullición. De las 900 personas que acudieron al primer The South Summit, celebrado en octubre de 2012 en Madrid, se pasó a 7.000 en la pasada edición de 2014. De los 1.450 proyectos que se presentaron en el evento (mayoritariamente españoles aunque también de otros países de Europa y Latinoamérica), se extrajo un perfil medio de hombre (81% frente al 19% de mujeres) de entre 35 y 44 años. De ellos, el 91% con formación universitaria y el otro 9% con estudios de Secundaria o Formación Profesional.

Elisabet Mas, fundadora de Washrocks.

Elisabet Mas, graduada en dirección hotelera en ESADE de 29 años, ha buscado a cuatro profesionales más para fundar su startup Washrocks, que ofrece servicios de lavandería y tintorería a domicilio a través de su web o su App (gratuita para iOS y Android). Dos de sus socios son programadores. Ella no era una novata cuando se embarcarcó en este proyecto, que empezó a gestarse hace ocho meses y vio la luz a finales de marzo. Había formado parte del equipo de Byhours, una plataforma de reserva de hoteles, y ya conocía el universo startup. “Mi ex jefe ha sido mi mentor. Me ha servido de enlace para contactar con inversores y gracias a su bagaje he sabido cubrir la parte logística y tecnológica. Tener experiencias previas es una buena palanca para empezar proyectos propios”, cuenta Elisabeth desde Barcelona, la única ciudad española en la que, de momento, está funcionando Washrocks, entre cuyos servicios se puede contratar el de lavado y planchado de una camisa por tres euros con recogida y entrega a domicilio.

La financiación

Una vez escogido el equipo, ¿qué determina el éxito de una startup? “No hay un modus operandi clave ni una fórmula mágica”, señala Javier Capapé, de Startup Spain. Prueba de ello son las startups La Nevera Roja, de pedidos de comida a domicilio, y Trovit, buscador de anuncios del sector inmobiliario. Ambas compañías, que crecieron de forma diferente y se basaron en modelos de negocio distintos, fueron compradas por empresas más grandes por la misma cantidad: 80 millones de euros (por Rocket Internet y Next Co, respectivamente). Fundada en 2006, Trovit tardó ocho años en ser rentable y obtener beneficios, se presentó a una sola ronda de financiación de la que obtuvo 150.000 euros y su beneficio antes de la venta (en 2013) fue de 17,5 millones de euros. Por su parte, La Nevera Roja, fundada en 2011, tardó solo tres años en ser rentable, se presentó a tres rondas de financiación en las que consiguió una inyección de 10 millones de euros y obtuvo 40 millones de beneficio antes de su venta.

Para Javier Megías, de Startupxplore, el factor diferencial de estas empresas emergentes es la ambición de crecimiento. La razón de ser de una startup no es hacerse con el mercado local y estabilizarse, sino dar el salto a la internacionalización cuanto antes. “Hay dos formas de crecer, o bien hacerlo despacio con tus propios recursos y clientes, o recurrir a la inversión de terceros”. Es lo que él llama rey o rico. El primero tiene el control absoluto de la compañía pese a crecer más despacio, mientras que el segundo al haber recurrido a la inyección de capital externo ganará dinero más rápido pero tendrá que lidiar con los inversores a a la hora de tomar decisiones vitales para la empresa. “En España se da más el caso de los que tiran de recursos propios, no por elección, sino por el tipo de mercado. No hay tanta tradición de inversión como en Estados Unidos”, apunta. En países como Israel la inversión per capita de los venture capital (fondos de capital privado que invierten en las primeras fases de una startup) es de 140 dólares; en Silicon Valley es de 70 y en España uno, añade.

En un post de su blog, Iñaki Arrola, fundador de coches.com, ya lo dejaba claro: montar una empresa y hacerla relevante es muy difícil, puede llevar entre ocho y 12 años. “No te vas a hacer millonario en un momentín”. Startup y pelotazo son dos conceptos que no van ligados.


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