Un grave problema para la supervivencia de la población de España que ya se ha llevado por delante a la recién nacida sociedad de España.
En todo caso, hemos de tener en cuenta que "la evolución" es implacable. Las subespecies humanas menos evolucionadas, más incapaces de adaptarnos al Medio, más "viejas", son las de raza "blanca" por lo que desaparecerán en poco tiempo, dando paso a las más evolucionadas, más capaces de adaptarse al Medio, más jóvenes, que son las de raza "negra"
Dentro de las más discapacitadas es la "europea" (geográfica) y, dentro de esta, la "española"
Cuando en 1982 hice el estudio de pirámide de edad de población de Europa, España, Palencia y Oviedo, quedaba claro que en el 2050, la población española, totalmente individualizada, habrá desparecido. Antes las de las provincias de Palencia y Oviedo.
En aquel tiempo propuse la uniòn política de León, Palencia, Santander y Oviedo, con el fin de prolongar nuestra agonía. Se entendió que era un planteamiento absurdo. Entre otras cuestiones me refería a que sería una población demenciada, con pérdida de crítica, consecuencia de la pérdida del compás de la protoinsulina encefálica. A tal tipo de demencia, dije que era el tipo Alzheimer, pero nadie de los presentes sabía, no ya conocía, que tipo de demencia era de la que estaba hablando.
EL ACENTO
Declive demográfico
En 2015 se producirán por primera vez en España más muertes que nacimientos
SOLEDAD CALÉS
Se podría decir que cuanto menos seamos más habrá para repartir. Pero la relación entre economía y demografía no funciona exactamente así. El problema no es que seamos menos, sino que además de ser menos seremos más viejos. Y habrá por tanto menos población en edad de producir y de sostener el Estado de bienestar. Los mayores de 65 años pasarán del actual 18,2% al 24,9% en 2029 y al 38,7% en 2064. Es decir, que 4 de cada 10 habitantes serán jubilados, si es que para entonces se mantiene la edad media de jubilación en 65 años.
La buena noticia es que para entonces las mujeres habrán ganado tres años de esperanza de vida (hasta 88,7) y los hombres cuatro (hasta 84). Y es una buena noticia porque, aunque en términos demográficos aumente la tasa de dependencia, vivir más no significa vivir en peores condiciones. Otra cuestión es que seamos capaces de organizar un modelo económico y social capaz de aprovechar en beneficio de todos esos años de vida ganados.
En cualquier caso el problema no está solo en que vivamos más (la alternativa siempre es peor) sino en la caída de la natalidad y el desequilibrio que de ello se deriva. Con 1,27 hijos por mujer, España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo. Así, es imposible asegurar la reposición. La única forma de lograr el equilibrio sería atraer población joven extranjera, pero eso depende de la fortaleza económica. A este desequilibrio hay que añadir además una distribución territorial desigual, con zonas muy pobladas y amplias regiones con una densidad de población inferior incluso a la de Laponia.
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