Hay que elogiar a todas las personas que han contribuido a la asistencia sanitaria de las personas infectadas primariamente por el virus del Ébola, accidentas laboralmente, a las accidentadas y que posteriormente han resultado infectadas y a todas aquellas que no se les detectó infección directa o indirectamente a través de un accidente, laboral y no laboral.
Muchas personas no sabían que estaban sometidas al accidente y/o la infección por haber sido engañadas por el poder -no autoridad- sanitario. Otras, sabiendo que tal poder mentís, su sentido de auxilio y socorro, admitieron el riesgo que suponía su trabajo frente al beneficio que los accidentados e infectados tendrían.
En la opinión editorial de El País, se dice que hay que "cerrar el capítulo de errores"
No hay que confundir el concepto de error con el de negligencia y el de ignorancia.
En esta ocasión los sanitarios tomaron la iniciativa de organizar la asistencia pero no los medios, como han reiterado tanto los sanitarios que directamente han prestado la asistencia como el Colegio de Enfermería.
He de anotar que mientras que la Organización Profesional de Enfermería ha denunciado las condiciones de riesgo para los profesionales como para los pacientes, la Organización Profesional Médica no lo ha hecho, por lo que habrá que preguntarse si es por negligencia, ignorancia o, lo que es delito e inmoralidad, por connivencia con el "poder sanitario"
Hemos de tener presente que no se han cometido errores en la asistencia sanitaria, sino negligencia en la atención sanitaria (recursos y administración de estos). Los responsables de esta actividad negligente siguen sembrando polvos que seguirán trayendo estos lodos dramáticos.
Vuelvo a anotar que no se sabe de plan organizativo para estas situaciones que los profesionales sanitarios "se han tragado" conscientemente y dando prioridad a su trabajo social ante su vida.
No podemos ni debemos olvidar NADA y, por el contrario, pasado el tiempo durante el cual se ha dado prioridad a la asistencia vital a la compañera accidentada y, posteriormente infectada, es momento de hacer una "anamnesis" de las circunstancias en las que se produjo el accidente y en las que se produjo la infección de la persona sanitaria, así como aquellas en las que de sometió a riesgo a un indeterminable número de personas.
En Asistencia Sanitaria, la ANAMNESIS, es el primer documento del conjunto, o legajo, que constituye la nombrada HISTORIA CLÍNICA.
La primera comunicación entre una persona y un sanitario, se inicia por una pregunta: ¿qué le sucede?, ¿en que situación se produjo - de lugar, de momento, y de relación de usted con esa situación?
O, cuando es el sanitario el que toma la iniciativa de relacionarse con la persona, ¿qué puede haber sucedido, o esta sucediendo entre esta persona y el medio con el que se relaciona?. La primera se dice que es "asistencial", mientras que la segunda se dice que es "salubrista".
Por todo ello, agradecemos a los sanitarios su arriesgada y bien hecha asistencia. Tanto al equipo del que formaba parte la sanitaria accidentada, como este que ha asistido a la sanitaria accidentada en el mandato ético como sanitario.
No pido, sino que exijo juramento, ante la Constitución y, como testigo, el Jefe de Estado y los Presidentes del Senado y de los Diputados, que los responsables de la administración de recursos sanitarios, con la fórmula que Don Rodrigo Díaz de Vivar utilizó en Santa Gadea. Todo el acto será dado fe por parte del Notario Mayor del Reino.
El Juramento y, un tapiz del mismo, ha de presidir el Congreso de los Diputados como presente de que la Mentira y el Engaño, no forman parte de la Constitución.
Uno a uno de los que tenían encomendada la máxima de procurar proporcionar los medios para la salud, así como aquellos para detectarla, recuperarla y reintegrar a la persona a la Sociedad del Estado del Reino de España, han de jurar, con la rodilla derecha hincada y la mano diestra sobre la Constitución de 1978, HAN DE JURAR NO HABER TENIDO SABER SOBRE LOS HECHOS NI SOBRE LAS CONSECUENCIAS SOBRE CADA UNA DE LAS PERSONAS DEL REINO AL QUE EN SU MOMENTO HABÍAN JURADO SERVIR CONFORME A DERECHO.
EDITORIAL
Final feliz para Teresa
Hay que elogiar a la auxiliar y a los profesionales que la han curado, y cerrar el capítulo de errore del virus del ébola pone un punto y aparte positivo a la grave crisis sanitaria vivida tras detectarse, a principios de octubre, el primer contagio de ébola que se producía fuera de África. A la recuperación de la auxiliar de enfermería hay que añadir que ninguna de las personas sometidas a control por haber estado en situación de riesgo haya enfermado, lo que hace albergar razonables expectativas de que la crisis pueda cerrarse sin otras consecuencias. Para dar por definitivamente superado el episodio habrá que esperar, de acuerdo con los criterios de la OMS, 42 días a partir de hoy; es decir, dos periodos de incubación del virus.
La recuperación de Teresa Romero es una excelente noticia. La auxiliar ha estado en peligro de muerte por no haber eludido lo más preciado de la profesión sanitaria: el deber de asistir a los enfermos. Se había ofrecido voluntaria para cuidar al religioso enfermo repatriado en agosto y en estas cruciales semanas otros sanitarios la han cuidado a ella. Ahora hay que esperar que no sufra secuelas y agradecer a los médicos y a todo el personal implicado su dedicación y su desvelo. Los profesionales han demostrado un nivel de preparación similar o superior al de los países más desarrollados, lo que subraya las bondades del sistema público de salud en España.
Final feliz, pues, para una gestión desastrosa, que solo se enderezó cuando, cinco días después de conocerse el contagio, se nombró un comité científico que puso orden y serenidad en el manejo de la situación. De la crisis deben extraerse lecciones que permitan afrontar situaciones similares con mayores garantías, tanto en lo relativo a la gestión como a la idoneidad de los mecanismos de protección del personal sanitario. Y queda pendiente la asunción de responsabilidades políticas.
Aprender de los errores es importante también porque, aunque aquí podamos sentir alivio por este desenlace, la amenaza del ébola no se ha diluido; al contrario. Mientras la epidemia en África no esté bajo control, las posibilidades de que se extienda y el virus viaje a cualquier país siguen siendo muy altas. En las últimas semanas se ha incrementado el esfuerzo internacional, pero sigue siendo insuficiente.
La situación de Liberia, con más de 4.000 casos contabilizados, es paradigmática de las dificultades que hay que afrontar. De las 28 unidades de tratamiento que, de acuerdo con la OMS, se habían planificado en ese país, solo están operativas seis. Eso hace que muchos afectados acudan a centros sanitarios convencionales, donde entran en contacto con otros pacientes. Una vez diagnosticados, son transportados por carreteras llenas de fango y obstáculos durante horas hasta alcanzar un puesto habilitado para tratar el ébola.
Es urgente acelerar la construcción de centros de atención y aislamiento en las zonas más afectadas, y una red descentralizada de laboratorios que permita hacer las pruebas con mayor rapidez. El ébola sigue ahí. No podemos bajar la guardia.
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