En buen momento viene este trabajo que hoy pública Francisco José Rozada Martínez en LNE.
La importancia de la parroquia de Santa María de Viabaño
Un repaso a la historia local, desde su pasado esplendor hasta la época del olvido que llevó a la pérdida del archivo parroquial
L.a Nueva España, Francisco José Rozada Martínez, 11.10.2014
Durante años fue un constante lamento vecinal la pérdida de toda la documentación relativa a la parroquia de Santa María de Viabaño, habiendo sido esta última en siglos pasados la más importante del concejo de Parres. Nada quedó de sus raíces eclesiásticas. Mientras, las demás parroquias del concejo tenían bajo cuidadosa custodia todo lo referente a sus vecinos bautizados, confirmados, casados, difuntos, o a los libros de fábrica alusivos a la construcción de sus iglesias, ermitas y cementerios, así como a los informes de los visitadores que la Mitra ovetense enviaba periódicamente para controlar el funcionamiento de todos los asuntos que le concernían, obligando a corregir aquellos aspectos que no siguiesen la ortodoxia vigente.
Viabaño había perdido -por descuido, dejadez o abandono de quienes están obligados a su custodia- todos los libros referentes a su larga historia como parroquia. A veces ocurren pequeños milagros, como es que alguien encontró recientemente toda esa documentación desaparecida en una antigua librería, allá por Gijón, y vio que a nadie le sería más útil que a los actuales vecinos de la parroquia de Viabaño, así como a los estudiosos de la historia de Parres y de sus pueblos, además de a cualquiera que -con dos dedos de frente- sepa valorar lo que es el pasado de un lugar, sea éste grande o pequeño, que cada uno es un mundo de diversidad, vidas y aconteceres. Duermen ya en el blindado archivo diocesano los documentos que esta parroquia nunca debiera haber perdido, algo más frecuente de lo habitual, bien por desastres naturales, guerras, robos, despreocupación en su mantenimiento y otras causas diversas, siempre lamentables.
En la donación que el Infante don Ramiro II (después rey de León) hizo a la Catedral de San Salvador de Oviedo en el año 926 cita la iglesia de Viabaño en los términos: "In Biabanno eclesiam sancte Marie similiter".
Santa Maria de Viabaño.En el antiguo libro Becerro de la Catedral de Oviedo (año 1385) puede leerse: "Santa María de Viavanno ha de manso quatro días de bués". Los mansos eran tierras exentas de toda carga de impuestos. Un día de bueyes era una medida típica asturiana equivalente a lo que un par de bueyes podían arar en un día, que eran unos 1.250 metros cuadrados. La parroquia -como todas- tenía también su obligación diezmera o décima parte que los fieles debían pagar a la iglesia sobre maíz, escanda, tocino, huevos y salmones. Hasta los taberneros debían abonar su parte según la venta que tuviesen sus negocios; obligación vigente hasta 1841. Cuatro días de bueyes tenía también "Santo Martino de Quadrobenna" (único titular y patrono de Arriondas, después de haberlo sido de Cuadroveña durante más de cinco siglos).
Viabaño (o Biabaño, como aparece en muchos documentos, hoy también Viabañu) fue parroquia de mucho peso en el concejo de Parres.
El 29 de junio de 1837 el Boletín Oficial publicaba la lista de los vecinos que tenían derecho a voto para elección de diputados "por disponer como labradores de un par de yuntas propias destinadas exclusivamente a trabajar sus propias tierras". Quince años después se citan como vecinos elegibles para cargos municipales (por ser los que más contribución pagaban tanto al Estado como al municipio): don Manuel Pérez González, porque pagaba 307 reales; don Manuel Pérez Fernández, con 275 reales y 16 maravedís; don José García Valles pagaba 275 reales, don Bernardo Longo contribuía con 270 y así otros siete más.
Eran electores no elegibles en ese año los curas que Viabaño tenía a su servicio, nada menos que cuatro, a saber: don Manuel de la Viña Fernández, como cura párroco; don Melchor González, don Ramón Álvarez y don José Valdés Monasterio, los tres como presbíteros capellanes.
En 1847 Viabaño era la parroquia con el mayor número de cabezas de familia del concejo -con un total de 281- seguida por San Juan de Parres, con 228 y Santo Tomás de Collía, con 164.
Viabaño llegó a tener 1.402 habitantes en 1910, que quedaron en 728 en 1970. Suman actualmente 408 habitantes entre los siete pueblos que conforman su parroquia.
Pascual Madoz registraba hace siglo y medio la existencia de doce molinos harineros y abundantes cereales, patatas y legumbres, además de lino y cáñamo, en una parroquia con muy buenas cosechas de maíz que se completaban con la cría de ganado vacuno, lanar y de cerda. El sobrante de la cosecha, la sidra y el ganado se ponían a la venta en el mercado que tenía lugar "todos los sábados, en el Collado del Otero de Llames". El mercado en la villa de Arriondas era, por aquel entonces, los martes.
En el reparto de utilidades anuales del año 1841 se contabilizaron 77 hacendados forasteros, entre los que destacaban los Condes de la Vega del Sella o el Señor de Benavides, además del Cabildo de Oviedo, la Mitra Episcopal y los Monasterios de Villanueva y San Pelayo de Oviedo. La red viaria interior era deplorable y estaba totalmente abandonada, a merced de los vecinos que -en sextaferias colectivas- intentaban paliar tanta desidia. Ya Jovellanos citaba estos caminos "como unos de los más perversos de Asturias".
El viaje de la Reina Isabel II a Covadonga -el 28 de agosto de 1858- dio motivo para que se acondicionase el camino que atraviesa la parroquia de Viabaño. Así le quedó el nombre de "Camín de la Reina", el cual discurría por el antiguo trazado de la calzada romana creada por la Legión VII. Con motivo del paso de esta comitiva real quedó escrito que en Viabaño se buscaron varias parejas de bueyes y vacas para ayudar a subir los coches en las pendientes del camino, tanto a la ida como a la vuelta. Algunas parejas fueron utilizadas para ese cometido y sus dueños cobraron por el trabajo, pero nada se abonó a los dueños de las que no fueron necesarias, por lo que estos últimos acudieron al ayuntamiento reclamando su gratificación y exigiendo que se les pagase con fondos municipales. Aún faltaban 45 años para que el ferrocarril procedente de Oviedo llegase a Arriondas.
Se utilizaba también, a su vez, este "Camín de la Reina" como parte de la ruta jacobea transitada por los peregrinos procedentes del oriente de Asturias que discurría por el interior, muchos después de visitar Covadonga. No pocos chicos de Primera Enseñanza lo habrán frecuentado camino de su escuela rural, atendida por el maestro contratado por los padres cada año. En 1864 -hace ahora siglo y medio- las retribuciones en especie para el maestro estaban establecidas en "un copín de maíz a cada cabeza de familia que mandase a un niño a la escuela y, copín y medio al que mandase más de uno". Entretanto, a la maestra de niñas "como concurren menor número, se le abonarán dos reales mensuales por cada una".
Detengámonos ahora en la falta de puentes que -sobre el río Piloña- fue un clamor popular que reivindicaba la comunicación entre Viabaño y otros pueblos importantes de su parroquia. Barcas y chalanas suplían la falta de puentes y así ocurrió en el caso que hoy nos ocupa hasta hace ahora poco más de cuatro décadas.
Quejas de los vecinos que nunca fueron atendidas, puesto que ya en 1854 se solicitaba desde el ayuntamiento parragués un puente para Arobes -y para otros tramos, tanto del Piloña como del Sella- . Todavía nos parece escuchar en 1961 al muy recordado cura párroco don Víctor Ortiz solicitando ese puente. Como él decía "el reloj de Viabaño se ha parado hace muchos años. Su historia quedó estancada y faltaron los hombres que la hicieron valer entre las demás aldeas del presente, como antaño lo hicieron sus antepasados".
Razón tenía cuando señalaba que no pedían títulos ni alcaldías, sino que Viabaño, por su núcleo numeroso de habitantes y por hallarse en una encrucijada entre dos riberas, bien se merecía un puente que uniese las dos partes de una parroquia partida. "Un puente para sus ganados, para su servicio de fincas, para su misa de los domingos y para? sus muertos", decía. Aún a mediados del siglo XX las caciquerías pueblerinas y los intereses encontrados de tiempos pasados eran un lastre.
Viabañu, la que ostentó la cabeza de sede arciprestal en su capítulo de administración religiosa, con su iglesia del siglo XIII -ahora en 2014 remozada de nuevo- bien se merecía un puente? pero muchísimos años antes de los que tuvo que esperar para verlo, ya en los inicios de la década de los 70 del siglo XX. Concluyamos con las palabras del Padre Ortiz cuando -en 1960- se inauguraba la traída de aguas a Llames de Parres, uno de los pueblos de la parroquia: "Bien es verdad que todo se puso en contra de estos nobles hijos del campo, pero el agua tenía que venir y vino. Sin ventosas, sin técnicos, sin depósito y sin dinero, a pesar de los ocho kilómetros de zanja, en contra de todos los pronósticos, en contra del barro, del tiempo, de las llastras y de los escépticos, porque para vencer esas dificultades había hombres forjados con una voluntad de acero, enamorados de su pueblo, tallados al aire y al sol y al cierzo, esculpidos al cincel del sufrimiento y amasados con la fatiga y el sudor del trabajo cotidiano?".
Sean estas líneas un homenaje al desaparecido don Víctor Ortiz -por esas y tantas otras cosas- y a quienes sólo buscan el bien común sin más intereses, sectarismos ni egolatrías.
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