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22 feb 2015

¡De mi amor no queda nada!

Pero todo buen afán
Siempre tiene recompensa.
Y un día Martín dominó a su violín.
Fue, entonces, cuando la desdichada Raquel
Comprendió cuanto le amaba.
Y le dijo: Martín,tuyo es mi corazón.
Y espondiole: Raquel, de mi amor no queda nada.
Sólo quiero al violín
Y a mi sucia amada.
Y así es como la desdichada Raquel,
Desde entonces,
Contempló España
Desde el Universo.
Y observó 
Que al Universo
No le queda luz
Alguna.

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