Habitaban casas con pared de piedra y techo de ramas situadas en la ladera del monte, por encima del nivel alcanzado por la habitual niebla que en su pié era frecuente, venida por el terreno llano del húmedaless donde pastaban los animales que cazaban para alimentarse.
El lugar que habitaban recibía el sol del este al oeste y les permitía observar al sur lejano marcado por montañas. El sol del atardecer doraba la montaña más próxima situada al suroeste, el monte Naranco.
En la parte más alta situaban el Truébano del que se alimentaban y, por encima de éste, elevan al cielo a sus muertos en llosas de piedra suspendidas sobre piedras apoyadas en vertical sobre el suelo, en ofrenda al infinito que se abría sin respuesta. Allí está aún la finca la Llosa, por encima del poblado situado en la finca y separadas por el camín que lleva a Mundin, de paso a Villabona que, en días sin niebla, se deja ver al noroeste. Y, al noreste el Cantábrico por Gijón.
Hemos de hablar de dos poblaciones: Lugho y Lucus. Serán los lughones quienes, siguiendo el Ocaso, poblarán la que hoy es llamada Oviedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario