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29 jul 2014

pueden los cronistas sublimar y dar loa al valeroso ...




Historia verdadera de la conquista de la Nueva España
Bernal Díaz del Castillo


Leyendo estaba cuando me llamó por teléfono una amistad, para decirme que el medio de difusión La Nueva España, difundía injuria de tres babayos, muertos de hambre. Digo que leyendo estaba "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España" de Bernal Díaz del Castillo. 

Le dije, no me apartan reptantes, ignorantes y amorfos. 

En aquel tiempo dejé como marcador un fotograma de Interacción Primera hecho a partir de un TC de cráneo de una paciente con cuadro clínico de "hidrocefalia normotensiva", o "asfictica" secundaria a degeneración de la postura.

Transcribo aquí el texto que leía.


[...]
Quiero volver con la pluma en la mano, como el buen piloto lleva la sonda descubriendo bajos por la mar adelante, cuando siente que los hay; así haré yo en decir los borrones de los cronistas; mas no será todo, porque si parte por parte se hubiesen de escribir sería más larga la costa de recoger la rebusca que en las verdaderas vendimias. Digo que sobre esta mi relación pueden los cronistas sublimar y dar loa al valeroso y esforzado capitán Cortés, y a los fuertes conquistadores, pues tan grande empresa salió de nuestras manos, y lo que sobre ellos escribieron diremos los que en aquellos tiempos nos hallamos como testigos de vista de ser verdad como ahora decimos las contrariedades de él; que cómo tienen tanto atrevimiento y osadía de escribir tan vicioso y sin verdad, pues que sabemos que la verdad es cosa bendita y sagrado y que todo lo que contra ello dijeron va maldito. Más bien me parece que Gómara fue aficionado a hablar tan loablemente del valeroso Cortés, y tenemos por cierto que le untaron las manos, pues que a su hijo, el marqués que ahora es, le eligió su crónica, teniendo a nuestro rey y señor, que con derecho se le había de elegir y encomendar.

CÓMO VINIMOS CON OTRA ARMADA A LAS TIERRAS NUEVAS Y POR CAPITÁN EL VALEROSO Y ESFORZADO DON HERNANDO CORTÉS Después que llegó a Cuba el capitán Juan de Grijalva, y visto el gobernador Diego Velásquez que eran las tierras ricas, ordenó enviar una buena armada, muy mayor que la de antes; y para ello tenía ya a punto diez navíos en el puerto de Santiago de Cuba, donde Diego Velásquez residía; los cuatro de ellos eran en los que volvimos con Juan de Grijalva, porque luego les hizo dar carena y los otros seis recogieron de toda la isla. Los hizo proveer de bastimento, que era pan cazabe y tocinos, porque en aquella sazón no había en la isla de Cuba ganado vacuno ni carneros, porque era nuevamente poblada. Y este bastimento no era más que para hasta llegar a la Habana, porque allí habíamos de hacer todo el matalotaje.

Diré las diferencias que hubo para elegir capitán para ir aquel viaje. Hubo muchos debates y contrariedades, porque ciertos hidalgos decían que viniese por capitán Vazco Porcallo, y temióse Diego Velásquez que se le alzaría con la armada, porque era atrevido; otros decían que viniese Agustín Bermúdez, oAntonio Velásquez Borrego, o Bernardino Velásquez, parientes del gobernador, y todos los más soldados que allí nos hallamos decíamos que volviese el mismo Juan de Grijalva, porque era buen capitán y no había falta en su persona y en saber mandar.

Andando las cosas y conciertos de esta manera que aquí he dicho, dos grandes privados de Diego Velásquez, que se decían Andrés de Duero, secretario del mismo gobernador, y Amador de Lares, contador de Su Majestad, hicieron secretamente compañía con un hidalgo que se decía Hernando Cortés, natural de Medellín, que tenía indios de encomienda en aquella isla, y poco tiempo hacía que se había casado con una señora que se decía doña Catalina Suárez, la Marcaida. A lo que yo entendí y otras personas decían, se casó con ella por amores, y esto de este casamiento muy largo lo decían otras personas que lo vieron, y por esta causa no tocaré más en esta tecla, y volveré a decir acerca de la compañía.

Fue de esta manera: que concertasen estos privados de Diego Velásquez que le hiciesen dar a Hernando Cortés la capitanía general de toda la armada, y que partirían entre todos tres la ganancia del oro, plata y joyas de la parte que le cupiese a Cortés, porque secretamente Diego Velásquez enviaba a rescatar y no a poblar, según después pareció por las instrucciones que de ello dio, y aunque publicaba y pregonó que enviaba a poblar. [...]

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