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23 jul 2014

¡Que grande es ser joven!




Tengo recogido este artículo del domingo, 20-07-14. Según la nota hecha anteriormente, diría ¡que idiota es ser joven! Y ¡qué político es ser viejo!

La distancia entre un joven y un viejo es la de una onda y no la de una espada.



Qué grande es ser joven

Los socialistas andan como almas en pena buscando a quien arrimarse

 20 JUL 2014
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  • Y yo que creía que este eslogan de El Corte Inglés era viejuno. Pensé que ya no tenía más valor que el de ser una de esas frases rescatadas en la célebre página Yo fui a la EGB, un sitio en Facebook que describe la infancia de varias generaciones de estudiantes educados con los libros de fichas y el conocimiento del medio. Una página que cabe calificar de entrañable, aunque el adjetivo nos pueda provocar una intoxicación de azúcar, como tantos recuerdos de colores Polaroid. A ella acudimos como moscas los que flipábamos con el olor de una goma Milán, con los lápices Alpino; los que compartimos el dramático recuerdo de sentarnos en un pupitre con el asiento de formica agrietado y, ay, sentir en el muslo un insoportable pellizco de monja; los que tuvimos profes con gafas de pasta cuando aún no existían los gafapasta; aquellos profes que se fumaban un paquete de tabaco negro en clase y te echaban el humo en los ojos; una página que frecuentan los que tenían un cubo enorme de clicks (eso ya me tocó por delegación), y también las que mucho antes habíamos jugado con nancys; todo aquel público infantil que resucitó a Joaquín Prat en el Precio justo, o el que se reía con Hostal Royal Manzanares y el “chatina” de Arturo Fernández, ese hombre, y que admite incluso a las pedorrillas que bailábamos Grease. Es nuestra página. Niños de los setenta y parte de los ochenta. Madres, padres e hijos de la EGB. Todos unidos siempre por ese gran hombre que vertebra España, Jordi Hurtado, que, ocupando como ocupa un lugar de honor, no se explica una cómo no lo han llamado para firmar los dos manifiestos que han aparecido esta semana referidos al secesionismo: el que pretende acabar con él por la vía del mecagoendiez y el que se plantea hacerlo mediante transformismo constitucional.
    La juventud es una cosa muy bonita,decía Rafaela Aparicio, pero por desgracia no es infalible
    Lo que venía a decir hoy es que el pasado puede quedarse viejuno o derivar en vintage, que es un concepto caritativo, dado que permite tener una segunda vida a un objeto o a un ser vivo con la que nadie contaba. Yo, sin ir más lejos, no daba un duro ya por aquella frase de “Qué grande es ser joven”. Me parecía algo tan rancio como aquella otra de “Dyane 6, para gente encantadora”, sentencia que sólo al recordarla me produce una pequeña erupción. Pero ahora, si se diera el caso de que me nombraran jefa del departamento de publicidad de El Corte Inglés, me replantearía desempolvar el viejo eslogan. El otro día, sin ir más lejos, este mismo periódico publicaba un artículo sobre los nuevos políticos españoles que están desbancando a los mayores de 55, a fin de mandarlos a Benidorm, a una residencia para viejas estrellas del Congreso. Se rumorea que abrirá en breve y todo apunta a que va a llamarse Residencial La Casta. No está confirmado todavía que vaya Iglesias a inaugurarla.
    Va en serio: cuando leí el reportaje de este mi periódico sobre esa generación que viene empujando (como antes se decía), pensé que, con toda justicia, deberían haberlo titulado Qué grande es ser joven. Iglesias, Madina, Sánchez, Garzón, Díaz, Rivera. El artículo describía el estilo de estos nuevos cachorros: unas maneras dialécticas no infectadas por la palabrería del politiqueo y una voluntad en todos ellos de practicar el fair play en el debate político. Lástima que la realidad contradijera esta teoría a los pocos días, cuando los jóvenes socialistas, en su lucha por el secretariado general, acudieran a una mezquinilla tradición tan de los viejos rockeros: la de mostrar una mancha en el pasado de uno de los candidatos. En este caso, dieron a conocer la relación de Pedro Sánchez con Caja Madrid.
    Sea como fuere, qué grande es ser joven. Tan grande es que cuando uno acierta lo llaman innovador y cuando uno yerra se justifica como una consecuencia lógica de la audacia. El partido socialista ha optado, para no ser menos, por la juventud, que es un valor, como estamos observando, superenalza. De manera tan decisiva han apostado por ella que esta semana se dejaron guiar por un tuit de Pedro Sánchez en la votación para elegir presidente de la Comisión Europea. Sánchez conminó a sus camaradas a votar contra las medidas austericidas, que es un término muy de posindignado del Facebook, y votaron contra Juncker, con quien los socialistas europeos tenían un compromiso. La opción de Sánchez se impuso sobre la experiencia de un viejo zorro como Ramón Jáuregui y… ¿Cómo se dice “la cagó” pero más finamente?
    La juventud es una cosa muy bonita, decía la gran Rafaela Aparicio, que siempre fue mayor, pero por desgracia no es infalible. La juventud falla. Esto lo decía Fradejas (otro que tal). Falla en algo que le viene ocurriendo al partido socialista desde hace ya demasiado tiempo, y no se entiende por qué: pudiendo ocupar su lugar como centro-izquierda o defender la sensata socialdemocracia, unas veces se escora peligrosamente a la derecha y otras trata de cautivar a un público que ya está más que cautivado por líderes izquierdistas y que detesta por tradición a los socialistas. Los socialistas andan como almas en pena buscando a quien arrimarse cuando lo sabio sería que de una puñetera vez trataran de parecerse al votante que les presta su voto. Un votante que a veces es joven y, años más tarde, viejo. Es ley de vida.

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