¿Quién teme a Podemos?
Ahora la formación de Iglesias sabe que se les pondrán la lupa sobre la letra porque la música ya no será suficiente
Ha nacido un nuevo partido en España, Podemos, con un secretario general, Pablo Iglesias, elegido por algo más de 95.000 votos a distancia sideral del segundo, con 900 votos, de los 62 que lo han intentado. Todo nuevo pero con chispazos y recuerdos de etapas anteriores cuando los partidos de la izquierda, singularmente, PSOE y PCE, y después Izquierda Unida, levantaron una expectación y un entusiasmo de gran intensidad. También entonces, como ahora, se anunciaron peligros y desastres sin fin en el supuesto de que los socialistas, como fuerza con más posibilidades de tocar poder, llegaran a tener un apoyo mayoritario de la sociedad.
Ahora con Podemos ocurre lo mismo y su líder, Pablo Iglesias, ha empleado sus primeros minutos de inauguración del cargo para hablar del miedo. “El miedo y la sonrisa están cambiando de bando”. Lo ha dicho con su tono nada estridente sino como declaración de principios lo que no invalida que muchos receptores, en efecto, puedan sentir inquietud. Con su puesta en escena tranquila, extremadamente contenida, ha aclarado quién debe temer a Podemos: la casta, los poderes financieros, las marionetas sin rostro, los que no pagan impuestos…
Nada extraño ni nada ajeno a lo que defienden y proclaman los partidos de la izquierda española aunque quizá en su vertiente más clásica. Nada inédito les resultó este discurso a dos socialistas invitados personalmente al acto de nacimiento de Podemos por su líder Pablo Iglesias. El portavoz de la corriente crítica del PSOE, José Antonio Pérez Tapias, que pugnó con Pedro Sánchez por la secretaria general, y el socialista madrileño Enrique del Olmo, aspirante a la alcaldía de Madrid aunque no lo ha conseguido ante la victoria de Miguel Antonio Carmona, atendieron “con mucho interés” lo que ha ocurrido en un teatro del viejo Madrid. Agitar el miedo es una mala estrategia, ha aconsejado Pablo Iglesias. Y tiene razón a juzgar del cambio drástico que han experimentado los partidos en cuyos caladeros quiere pescar Podemos. A más advertencias y descalificaciones hacia Podemos por sus vinculaciones con la Venezuela de Chávez, más apoyos ha ido cosechando si se observa lo que ha ocurrido desde las elecciones del 25 de mayo hasta los sondeos de hace unos pocos días. En algunos es primera fuerza en intención de voto, en otros la tercera aunque con un potencial difícil de calcular.
De lo dicho hoy resultaría difícil alarmarse por cuanto que no ha habido concreción de qué medidas piensa tomar este partido para “cambiar el modelo productivo de España”, ni tampoco para garantizar que los servicios públicos esenciales sean para todos los ciudadanos por el hecho de serlo. “Lo que da miedo es no llegar a final de mes; lo que da miedo es la pobreza infantil”. Ante aseveraciones de esta naturaleza resultaría extraño que alguien estuviera en contra, ni de derecha ni de izquierdas. Si algo caracteriza al líder del nuevo partido es su proverbial capacidad de atar los cabos sueltos. Su desapego hacia la caracterización de ser de derecha o de izquierda ha precisado en el acto inaugural que los problemas afectan a todos aunque las soluciones tengan titulares de izquierda. Ahora empieza la hora de la verdad para Podemos y lo sabe su líder y los 62 miembros del consejo ciudadano elegidos a través de Internet por casi 80.000 personas. Ahora saben que se les pondrá la lupa sobre la letra porque la música ya no será suficiente. Hoy ha sonado con poemas de Miguel Hernández y canciones de Mercedes Sosa y Luis Llach. Sí se ha visto entusiasmo y esperanza. “La sonrisa ha cambiado de bando”, ha proclamado Iglesias.
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