Fuego cruzado entre Atenas y Berlín
Grecia amenaza con oleadas de refugiados y expropiaciones y Alemania responde señalando la puerta de salida del euro
Parecía difícil que empeoraran aún más, pero las relaciones entre Berlín y Atenas han tocado esta semana nuevos mínimos. El último episodio de esta enemistad cada día más evidente lo protagonizó el sábado el ministro de Defensa griego. Panos Kamenos acusa a los alemanes de inmiscuirse en asuntos que no son de su incumbencia y recuerda el caso de financiación ilegal en el que se vio envuelto a finales de los años noventa el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, para poner en duda su legitimidad a la hora de criticar la corrupción en Grecia. “Schäuble envenena las relaciones entre los dos países”, añade.
“Grecia no puede salir del euro. Si nosotros explotamos, después vendrían España e Italia. Y en algún momento, también Alemania”,advertía en el Bild, el periódico que ha emprendido una agresiva campaña antigriega que critican, entre muchos otros, la Asociación de Prensa Alemana. Pero el Bild no está solo en este clima de recelos hacia todo lo que llegue de Atenas. Los alemanes muestran un hartazgo creciente, como pone de manifiesto una encuesta de la televisión pública ZDF. Un 41% de los consultados decía en febrero estar en contra de la permanencia de Grecia en el euro. Un mes más tarde, el porcentaje ha subido al 52%.
La entrevista a Kamenos —líder del partido nacionalista de derechas ANEL, que gobierna con los izquierdistas de Syriza— es solo un episodio más en una semana cargada de declaraciones explosivas y ofensas. El propio Kamenos ya abrió fuego el pasado fin de semana cuando amenazó con dejar salir a todos los refugiados en territorio griego en dirección a Alemania. “Si entre ellos hubiera miembros de Estado Islámico, sería responsabilidad de los europeos, que han decidido atacar a Grecia”, añadió el ministro. La indignación por estas palabras fue prácticamente unánime.
El espinoso asunto de la responsabilidad por los crímenes cometidos por los nazis en Grecia también ha contribuido a enrarecer el ambiente. Atenas sugirió esta semana la posibilidad de expropiar propiedades como el Instituto Goethe o el Colegio Alemán en Atenas para compensar a las familias de 218 personas masacradas por la Wehrmacht en la localidad de Distomo en 1944. El Gobierno rechaza estas reclamaciones porque considera que el asunto quedó zanjado con el acuerdo de reunificación firmado en 1990 con los vencedores de la II Guerra Mundial, algo que no todos los juristas comparten.
Pese a la insistencia alemana en la necesidad de mirar hacia adelante y abandonar las amenazas, las palabras gruesas no salen solo de Atenas. El embajador griego en Berlín presentó el martes una queja formal por un insulto que Schäuble habría dirigido al ministro Yanis Vaoufakis. Según la prensa griega, el alemán habría dicho tras una reunión del Eurogrupo en Bruselas que la relación de su homólogo griego con los medios es "tontamente ingenua". "No, no he insultado a mi colega. Eso es un disparate", respondió Schäuble. Algunas fuentes apuntan a que se trató de un error de traducción.
Lo que Schäuble sí ha dicho claramente es que un Graccident -la nueva palabra de moda que juega con la idea de que Grecia salga del euro por accidente- es posible. "Solo Grecia puede decidir qué va a ocurrir. Como no sabemos qué están haciendo los que están al mando, no podemos descartarlo", dijo el jueves en la televisión austriaca el ministro que en Europa encabeza el sector de los duros.
La acumulación de choques, ofensas y malentendidos puede acabar por agotar la paciencia del mayor acreedor de Atenas. Cada vez más dirigentes de los democristianos de la CDU, el partido de Schäuble y de la canciller Angela Merkel, se oponen a prestar más dinero a Grecia. En la reciente votación de la prórroga de cuatro meses al plan de ayudas, 29 diputados democristianos votaron en contra de las directrices de su jefa. Y un hipotético tercer rescate podría encontrar más oposición.
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