Lo abrí raudo y tembloroso. Me preguntaba ¿qué me han traído los Reyes Magos?.
Un mechón de cabellos blancos.
Yo les pedí conocer cómo estaba Teresa, su pelo negro y en su cara dos ojos verdes, brillantes y duros como la obsidiana que arrancaba los corazones de las jóvenes ofrecidas a Tlaloc en lo alto de la pirámide de la Luna en Teotihuacan. Teresa había sido raptada por mi del Palacio Andalusí.
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