"Humana cosa es tener compasión de los afligido, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales , si hubo alguien necesitado o le fue querido o ya de él recibió el contento, me cuento yo."
Decamerón
Giovanni Boccaccio
Cuando fui acogido en tres hospitales, tras haber tenido un accidente por aplastamiento, recibí buen trato por algunos y mal trato físico y social por otros.
A ambos agradezco el conocimiento que me han aportado. A los primeros recuerdo con el comienzo del Decamerón. A los segundos, dedico este texto de Víctor Hugo en Les miserables.
Es algo así: "a las personas se les mira a los ojos". Lo tengo que consultar. Lo que sí tengo en nota de mi diario de aquellos días, con fecha, hora y situación, es, de la misma obra, la cita que sigue:
"Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen."
Y, llegados a esta envolvente vital recuerdo:
Moisés le dijo a Dios:
- Dios mío, no sé que hacer. Nos sacaste de Mitzraim para salvarnos. Ahora estamos muy preocupados, no sabemos qué nos va a pasar. Ayúdanos, ¡por favor!.
Dios le respondió:
-Moisés, basta de hablar, es hora de actuar. Toma tu bastón y levántalo sobre las aguas.
Sin decir palabra, Moisés caminó unos pasos y levantó su bastón sobre el mar. Inmediatamente se escuchó un ruido ensordecedor de remolinos de agua y de las olas rompiendo sin César.
¿Saben que pasó?.
El mar se partió en dos, dejando en el medio un sendero seco. A la derecha y a la izquierda se levantaban dos grandes montañas de agua.
La Torá. El libro de la vida.
Dicho hoy puede pensarse que esto fue lo que recordé cuando el sacerdote católico entró en la habitación donde me habían llevado sin preguntarme, al igual que pasó con quien me acompañaba sin haberme preguntado. La ética, la moral y la ley de los hombres, se desdeñó.
Consciente de ello, inmediatamente reaccioné ante la presencia del sacerdote cristiano católico advirtiéndole con estas palabras:
Padre, ha de saber que soy cristiano católico.
Ante tal advertencia, continuó sin respetarme, sin respetar, o advertirse de la Ley de Dios.
Cuando se ausentó, se me dijo, Augusto, ¿como le has dicho eso?.
Le respondí: sólo quien no me conoce puede hacer esa pregunta. Tú, ¿quién eres?, ¿qué haces aquí sin preguntármelo?.
El silencio se hizo. Pronto, se me dijo: no recuperarás. A lo cual respondí: ¡Alabado sea el señor que no lo permitirá!.
Miré al frente y vi que el tormentoso océano de mi vida se partía en dos y dejaba un camino seco bordeado por hermosas flores de todos los colores. Allá y con los brazos extendidos estaba mi familia y amigos que alborotados me recibían.
Cuando recibí de mis hijas la mesa, el PC y el IPAD, comprendí que podía seguir navegando hacia las Cíclades, hacia Andrós tras la dura batalla librada en Troya. ¡Al fin me hacía a la mar!. Un marino en tierra, no es marino, concluí su recepción.
Buen día, Doctor. Justo y noble es el aprecio de lo bueno y grande que la vida ponga en la cercanía geográfica o sentimental. Es incompleto, sin embargo, pues en las postrimerías, o más allá, del camino seco, abundamos fieles, aprendices, agradecidos, curiosos, simpatizantes, que hacemos nuestro el tránsito de los fuertes y compartimos, en alguna medida, el esfuerzo de vivir. Gracias por compartir.
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